Cierta noche, hace dos años atrás, Adam Munich, de 15 años de edad, se encontraba chateando con dos nuevos amigos, uno mexicano y el otro paquistaní.
El primero había sufrido un accidente de motocross y se quejaba de que en el hospital local donde había sido llevado no había una máquina de rayos X, mientras que el segundo se quejaba de los constantes apagones que debía sufrir en su país.
Munich unió ambos reclamos en su cabeza y se preguntó si existía algún aparato portátil de rayos X, que funcionara con pilas y no necesitara ser enchufado durante los apagones.
Después de descubrir que la respuesta era no, decidió ponerse a construír uno él mismo, y se pasó los dos siguientes años estudiando el tema en línea sobre tubos Coolidge, electrónica y todo lo que le fuera a ser útil para su proyecto.
Logró comprarle el tubo a un fabricante chino y dividió su máquina en dos piezas interconectadas: una caja de control con los componentes electrónicos y otra con el tubo de rayos X y los componentes de alta tensión que lo impulsan.
Como las baterías por sí solas no le proporcionaban suficiente energía, necesitó un multiplicador de tensión, y para ello pidió prestado un diseño utilizado originalmente en los aceleradores de partículas en el cual la corriente alterna desemboca en un condensador de almacenamiento de carga y a continuación se precipita a través de un diodo invirtiéndose la polaridad, y combinándose con la energía almacenada en el condensador duplicando la tensión.
Munich compró suficientes condensadores y diodos ultrarrápidos en eBay para vincular cuatro configuraciones de este tipo logrando aumentar la tensión en cada uno de ellos hasta llegar a los 75.000 voltios necesarios para encender su aparato de radiografía y voilá: el invento estaba consumado.
Munich, ahora de 18 años, ha utilizado dice que su máquina de rayos X ( la única portátil existente ) podría ser utilizada para radiografías de manos o de extremidades..
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