jueves, 26 de abril de 2012

GOBEKLI TEPE

EL MÁS GIGANTESCO OOPART SOBRE  LA TIERRA 
Nada puede ser más totalmente contrario a la auténtica ciencia que la certeza, ya que ésta sienta sus raíces en la vestimenta eclesiástica o su reciente disfraz “científico”. 
Como consecuencia patológica de esta escuela, la ciencia dominante elije la certeza sobre la probabilidad y, por si esto fuese poco, se aferra obstinadamente para siempre a la opinión expresada, sin admitir contradicciones ni cambios de criterio, atragantada por el peso de tener que parecer coherente e inteligente. 
Sin embargo la historia, para desesperación de la ciencia oficial, es extremadamente compleja y asimétrica y un solo y feo descubrimiento es capaz de echar por tierra siglos de cómodas observaciones confirmatorias. 
El perfecto resúmen de lo antedicho lo protagonizó un profesor universitario, llamado Steve Mithen, quien declaró, ante el descubrimiento al sur de Turquía entre los ríos Tigris y Éufrates de las ruinas de Gobekli Tepe y sus gigantescas implicaciones: “ Es demasiado extraordinario para que mi mente lo pueda entender”. 
Gobekli Tepe significa “monte panzudo” y se yergue precisamente sobre una cima redondeada cuyos orígenes, como veremos más abajo, son artificiales. 
“Dentro de 10 años será más famoso que Stonehenge” dice el arqueólogo Klaus Schmidt, quien fue el primero en estudiar en profundidad el lugar durante años, y no es para menos:
estas ruinas han revolucionado la forma oficial de ver la historia de la humanidad, y hasta los orígenes mismos de las religiones, y la causa de esta irreverencia para con aquello que se consideraba certeza no lo consitituyen tanto sus círculos de piedra al estilo Stonehenge pero sin su tosquedad, ni su disposición geomagnética, ni sus alucinantes obras de arte, sinó su edad asombrosa: 
Gobekli Tepe es un oopart gigantesco, nó un objeto sinó una ciudad completa fuera de tiempo que lleva a la arqueología clásica a un cortocircuito igual de grande: el complejo está datado fehacientemente con una antigüedad de entre 12.000 y 13.000 años ( de los sitios conocidos, sólo puede ser comparable con la sumergida ciudad japonesa de Yonaguni es decir que tiene unos 10.000 años de edad más que Stonehenge ( y no queremos poner el ejemplo de la gran pirámide porque nosotros tenemos una idea completamente diferente de la antigüedad de esta estructura ). 
Gobekli NO PUEDE ser tan antigüa, gritan desesperados los historiadores materialistas, porque se vuelve anterior a la alfarería, a la pre-escritura, a la propia vida humana, y una denuncia inocultable de la total falacia de la historia y de la evolución misma del hombre. 
La evidencia igualmente incómoda ( peor aún, porque allí las estructuras son monumentales ) de la ciudad japonesa sumergida de Yonaguni se pudo hasta ahora disimular porque está bajo las aguas. 
Pero Gobekli está a la vista de todos, y su evidencia se vuelve contundente a los ojos de los hombres. 
No es correcto lo que se dice respecto a que las ruinas fueron descubiertas por un viejo pastor kurdo en 1994. 
La cronología correcta ( y tan triste como la de El Calendario de Adán ) indica que ya en la década del 60 arqueólogos de la Universidad de Chicago habían estudiado la región y llegaron a la conclusión de que la misma no tenía ningún interés: las ruinas que observaron en la cima del monte las atribuyeron a la existencia en el pasado de un puesto militar fronterizo de la época bizantina ( cometieron un error de cálculo de unos 11.000 años ), y las piedras calizas que encontraron las interpretaron como lápidas. 
Y así fueron abandonadas por otros 35 años, cuando ( entonces sí ) un pastor kurdo decidió comentar haberse tropezado con este complejo a las autoridades conservadoras de museos en la ciudad de Sanliurfa, distante unos 10 kilómetros de la estructura. 
Éstos contactaron al Instituto Arqueológico Alemán de Estambul quienes encomendaron un concienzudo estudio al respetado académico Klaus Schmidt, quien ya se había mostrado interesado en conocer la zona luego de leer ( y no creer ) las espantosas conclusiones de sus colegas de Chicago en los 60. 
Al llegar, Schmidt se dio cuenta al instante que estaba parado sobre un lugar milenario y regresó al año siguiente para trabajar con la ayuda de estudiantes de postgrado alemanes y turcos y habitantes de la zona. 
“Tan pronto llegué y ví las piedras, supe de inmediato que pasaría allí el resto de mi vida”- declaró, y efectivamente ya lleva casi 20 años. 
Encontró en sucesivas excavaciones una serie de círculos de piedra caliza en forma de “T” ( que muchos interpretan como representaciones humanas estilizadas mirando hacia el centro del círculo ) y prospecciones geomagnéticas determinaron que existían por lo menos otros 20 por desenterrar, siempre apilados unos sobre otros ( hoy se ha excavado apenas el 10 % del total del yacimiento, que ocupa 9 hectáreas y es tal la profundidad que queda por excavar, que lo que allí se encuentre hasta podría aumentar la antigüedad del lugar ). 
Un completo enigma es porqué luego de varias décadas la gente del lugar aparentemente enterraba las columnas que había erguido y levantaba otras nuevas que formaban un círculo más pequeño dentro del anterior ( nuestra opinión es que eran utilizadas como antenas canalizadoras de energías, y que, al variar con el tiempo las coordenadas de estas energías, debían reacomodarse, al igual que lo hacemos nosotros con una antena cuando deja de captar correctamente una señal y queremos recuperarla ). 
Otro asunto que desorienta a los estudiosos ( a nosotros nos cierra muy bien ) es que los círculos más grandes, estilizados y de mayor complejidad técnica y artística son los más antigüos. 
Los pilares medían 5.4 metros de altura y pesaban unas 16 toneladas ( con su cantera alejada por lo menos 5 kilómetros del lugar ), y presentaban en su superficie una galería de bajorrelieves finamente tallados de animales, en su mayoría peligrosos: escorpiones venenosos, serpientes, leones feroces, jabalíes en pleno ataque, zorros y gacelas entre otros. 
Se les ha asignado carácter totémico, puestos probablemente para proteger simbólicamente el lugar. 
Un detalle muy importante para rebatir a todos aquellos que intentan describir a los constructores de Gobekli Tepe como “cazadores” es que en ninguno de los dibujos se representa escenas de caza: no hay ningún tipo de violencia en las esculturas.
Ninguna “tribu cazadora” se habría privado de documentar sus hazañas. 
Ergo, sus constructores originales NO ERAN CAZADORES. 
Schmidt halló en un área de dos metros cuadrados más piezas de pedernal que las que muchos arqueólogos encuentran en yacimientos completos: un auténtico almacén de cuchillos, proyectiles y azuelas. 
Sin embargo, extrañamente, no se halló ni el más mínimo indicio de asentamientos: ni muros, ni hogueras, ni cocinas, ni casas, nada. 
Tampoco se encontraron indicios de jerarquías sociales ( zonas reservadas para los más ricos y poderosos ) ni tumbas con ajuares funerarios propios de una élite. 
Y finalmente, el hecho más enigmático de todos: este ancestral ejemplo de gloriosa arquitectura monumental y sus frisos se conservaron intactos por una razón misteriosa: hacia el 8.200 a.c. el lugar fue deliberada y sistemáticamente enterrado en una hazaña de mano de obra casi tan notable como su construcción, que dió orígen precisamente a las colinas artificiales “panzudas” de la actualidad ( nuestra civilización no sería capaz de obtener actualmente suficientes recursos ni tecnología para “enterrar” una de sus ciudades si se lo propusiera ). 
Obviamente, se desonoce si la intención fue ocultar el lugar y sus poderosas propiedades o protegerlo para la posteridad de alguna megacatástrofe de la cual se tenía conocimiento muy anticipado ( Gobekli se encuentra ubicado a unos 600 kilómetros del Monte Ararat, lugar donde se cree se encuentra el arca perdida de Noé )
Se ha intentado determinar si los dibujos encontrados podrían ser representativos de las constelaciones, y en algunos casos es plausible identificarlos como tales ( aunque un tanto tendenciosamente ) y en otros nó, al menos hasta que se haya desenterrado completamente el lugar y pueda verse el bosque y no sólo algunas ramas del árbol. 
Además, sería necesario determinar, previamente a cualquier estudio serio, cómo eran los mapas estelares de hace 10.000 años y así obtener una mejor comprensión de cómo se veían las estrellas en aquellos tiempos.
 LAS CONTRADICCIONES DE SIEMPRE 
Aquí nos vemos en la necesidad de hacer un repaso “de libro” de las teorías y contrateorías que se esgrimen ilusamente en todo descubrimiento megalítico, en este caso con algunos matices. 
El primer planteo de los que siempre juegan con el dado equivocado fue: 
“¿Cómo pudieron los hombres de las cavernas construír esto?” 
Respuesta obvia para cualquiera menos para los que preguntan: no pudieron. Quienes levantaron esta obra eran mucho más avanzados que nosotros, en todos los sentidos imaginables. Hay que dejar de intentar leer el libro al revés de una buena vez. 
“¿Era un templo, un lugar de culto?” 
Este es un recurso estereotipado para disimular la incertidumbre de la respuesta correcta: no tenemos ni la más remota idea de qué era o para qué se usaba el lugar. Dejemos de imaginar iglesias ante todo lo inexplicable, seamos al menos más abiertos y creativos.
 “…Eran cazadores que construían tiendas a su alrededor y visitaban el lugar sólo ceremonialmente…” 
Esto nos coloca en un contexto en el cual una especie de indios con pluma y pieles logran construír una obra arquitectónica alucinante en un rapto de inspiración que inmediatamente después se les termina, ya que comienzan a acampar alrededor en toscas chozas prehistóricas ( por algún extraño fenómeno físico, ya no pueden construír casas acordes con el monumento ). ¿Es que no se escuchan cuando hablan estos teóricos del troglodita? 
Además NO ERAN CAZADORES, como ya vimos. 
“Para construírla los cazadores se reunieron en enorme número y utilizaron poleas, troncos, etc.” 
Aquí comienza el “globo meteorológico” típico de los arqueólogos: al igual que los “templos de culto”, completamente insostenibles: se debería haber traído piedras que pesan casi 6 toneladas desde unos 5 kilómetros de distancia, y además manipularlas para ordenarlas arquitectónicamente. 
Basta, señores: no insulten más nuestra inteligencia y vuestra propia dignidad. 
Es iróinico: aceptamos con total naturalidad y lógica el planteo de que no podríamos haber  llegado a la luna con la tecnología de nuestra época medieval pero aceptamos el sinsentido de que toscas tribus pudieron haber construído un trasbordador espacial con palos, piedras y cañas de bambú. 
Y es aquí donde surge un matiz extra: al no haber en la zona el más mínimo signo de asentamiento, queda sin explicación el único renglón del absurdo guión que en otros hallazgos arqueológicos logra mantener la ciencia dominante: no se puede levantar con poleas, sogas y troncos una ciudad megalítica si la gente que supuestamente la está construyendo no vive allí. 
Este es verdaderamente un golpe mortal para la imbecilidad. 
“¿Para qué querían tribus nómades constituídos por grupos pequeños y móviles, que vivían de la recolección de plantas y de la caza, construír esta gran estructura permanente?” 
Respuesta : no querían,  porque toda la estructura armada alrededor de cómo se encontraba organizada la humanidad en ese entonces, es falaz. 
Y precisamente en este punto es cuando se tildan muchos cerebros científicos. 
“El descubrimiento de Gobekli Tepe lo cambia todo” dice Ian Hodder, de la Universidad de Stanford. “Es el sitio más extraordinario e importante del mundo” , “Es el descubrimiento más grande de los últimos 50 años”. 
Las voces científicas suenan al unísono y la razón es revolucionaria por cuanto echa por tierra casi toda la historia que se nos enseñó: Creíamos que la agricultura, a través de la “revolución neolítica” elucubrada por V.Gordon Childe a principios del siglo pasado, había dado orígen a las ciudades, luego a la escritura, la religión y el arte. 
Ahora, uno de los templos más antigüos del mundo dicta otro guión completamente diferente desde lo alto de una remota colina del sur de Turquía sobre el despertar de nuestra civilización. 
LA TEORÍA DEL JARDÍN DEL EDÉN 
Klaus Schmidt dice que Gobekli Tepe es un templo del Edén, y abre con sus palabras una teoría seductora, construída a partir de los siguientes elementos: Las llanuras de Anatolia son la cuna de la agricultura, los primeros animales de corral fueron domesticados en el este de Turquía, muy cerca de Gobekli y el orígen de cereales fundamentales como el centeno y la avena también se registran en esta zona del mundo. 
El trigo, a quienes muchos investigadores le asignan orígen extraterrestre, parece haber aparecido en la Tierra por primera vez en el Monte Karaka, ubicado a sólo 60 kilómetros de Gobekli, según un análisis de ADN que se le realizó recientemente. 
En aquellos días el paisaje que rodeaba a Gobekli Tepe no debió haber sido árido y estéril como ahora, sinó un lugar paradisíaco, con árboles frutales silvestres, ríos y peces en abundancia, y manadas de animales galopando a través de verdes llanuras y bosques. 
Un verdadero paraíso terrenal. 
El hombre, al volverse sedentario, podría haber sido el responsable de la modificación de este paisaje: taló los árboles, aró la tierra uniformando los cultivos y lo que antes era un oasis se convirtió en una tierra de sufrimiento, estrés y trabajo. 
Así, el paraíso podría haber sido perdido, al decidir el hombre labrar la tierra para tener su pan, a decir de la biblia católica. 
Además, continuando con esta interesante especulación, hay montones de pruebas históricas que demuestran que los escribas de la biblia, cuando hablaban del Edén, se referían, de hecho, a este rincón de Turquía. 
En el Génesis, se cita que el Edén se encuentra al oeste de Asiria, exactamente donde se encuentra Gobekli. 
También coinciden los ríos que rodeaban al Edén bíbilico con Gobekli: en Tigris y el Éufrates. Se habla allí de que “los hijos del Edén estaban en Thalasar”, una ciudad también muy cercana a Gobekli, al norte de Siria. 
Los textos asirios también refieren un lugar idílico llamado Beth Eden, reino que según estas escrituras se encontraba a menos de 20 kilómetros de Gobekli Tepe. 
La propia palabra “Edén” proviene del sumerio y significa “llanura”. 
Gobekli está asentada en la llanura de Harran. 
Una suma de evidencias al menos persuasiva. 
La actitud pacífica de los animales delicadamente tallados, los cuales no se representaron siendo cazados o causando daños a los humanos, refuerza aún más la alegoría. 
Sin embargo, si nos dejamos llevar por esta seductora teoría, su corolario podría ser siniestro: en la misma zona se han encontrado acumulaciones de cráneos manchados con sangre humana que indicarían masacres masivas o sacrificios humanos que reflejarían terribles momentos sociales. 
Tal vez cuando dentro de 50 años se termine de desenterrar esta monumental obra, encontremos muchas respuestas, o simplemente, más y más preguntas.

1 comentario:

spooky dijo...

espectacular aporte para quienes queremos ahondar un poco en el pasado desde una visión más alternativa que ortodoxa, como siempre, el artículo supera cualquier expectativa...gracias por la herramienta de descarga

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