Científicos rusos del Instituto de Ecología y Evolución de la Academia de Ciencias de Rusia cuestionaron formalmente la teoría evolucionista de Charles Darwin, indicando que tanto los Homo Sapiens como los monos no tienen antepasados en la Tierra, y que la formación del Homo Sapiens nunca pudo haberse desarrollado a partir de los monos, sinó que los monos provienen de una involución humana.
El interesante informe científico, presentado por el investigador ruso Alexander Belov, indica que el proceso de la evolución tuvo un orden inverso, y que los monos y los Homo Sapiens son ramas biológicas independientes que no se vinculan entre sí.
Otro científico ruso, Andréi Tyunyáev, en colaboración con el profesor Anatoli Klesov, de la Universidad de Harvard, concluyó que las poblaciones humanas provenientes de África genéticamente no pueden ser los antepasados del resto de los seres humanos del planeta, luego de un detallado estudio de múltiples muestras fósiles de mandíbulas, dientes, cráneos y otros huesos, llevado a cabo durante muchos años basándose en un cuidadoso estudio de antiguos datos más las nuevas bases de datos masivos, según el cual el mapa de los asentamientos humanos en el territorio de la superficie de la Tierra ha variado completamente, y dichas poblaciones representan simplemente una rama lateral que hace 130.000 años abandonó el territorio del actual Llanura Rusa y de Europa Occidental.
Tyunyáev, por su parte, también llega a la misma conclusión que Belov, de que a lo largo de los años en el marco de la evolución humana, el Homo Sapiens no hacía más que degradarse y que aún es completamente desconocido para la ciencia quién fue el antepasado del ser humano actual.
A medida que la ciencia avanza, las mentiras retroceden.
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