Claire Lackner tenía que presentar un proyecto para una clase de ciencia de su colegio.
En el proceso, descubrió que podía extraer la mitad del dióxido de carbono del aire al hacerlo pasar a través de una solución de hidróxido de sodio, que lo absorve y produce una solución líquida de carbonato de sodio.
Resultó que Claire era hija de un prestigioso profesor de geofísica, Klaus Lackner, quien inspirado en la invención de su hija diseñó un árbol sintético con la misma capacidad que el de las hojas de los árboles reales:
absorver dióxido de carbono de la atmósfera, para luego recuperar la solución líquida de carbonato de sodio, transformarlo en gas y almacenarlo en el fondo del mar, ( utilizando tecnología de perforación de pozos petroleros ) donde debido a la profundidad y temperatura, se vuelve más denso que el agua, y por lo tanto no podría elevarse del piso oceánico.
Según Lackner sería una solución temporal al problema del cambio climático ya que cada uno de estos árboles podría llegar a extraer unas 90.000 toneladas de dióxido de carbono al año, el equivalente a las emisiones de unos 20.000 automóviles.
"Igual que un árbol real, este árbol tendría una estructura para mantenerlo de pie -el equivalente a un tronco-, probablemente un pilar", le explicó a la BBC el científico.
A diferencia de una planta real, no se necesita que sus hojas estén desplegadas y por lo tanto no requieren mucho espacio físico.
Algunos países ya instalaron algunos árboles artificiales ( modelos un tanto diferentes al creado por Lackner pero similares en sus funciones ) en calidad de prueba, como Chile y México, pero su elevado consumo eléctrico y su costoso mantenimiento hicieron inviable el experimento.
Ahora es Perú, quien proyecta instalar en su capital, Lima, unos nuevos modelos de un consumo más económico ( el equivalente a 25 bombillas de 100 W ) que suman unos 400 aparatos en total en los próximos cuatro años.
Por ahora no son árboles en el estricto sentido estético ( apenas estructuras metálicas de 4 metros de altura sin ramas ni hojas ) pero sí en sus funciones, que incluyen recoger el aire contaminado y liberarlo de polvillo, bacterias, gérmenes, y emisiones de gases de los automóviles, ( para lo cual cada equipo consume 12 litros de agua por hora) devolviendo 200.000 metros cúbicos de aire limpio por día.
Por su parte, una empresa estadounidense ubicada en Boston llamada Solar Botanic Energyha creó su propio concepto de árbol artificial ( en realidad, unos 20 modelos diferentes ) que probará este año también en Medio Oriente, capaz de producir energía solar y eólica con un rendimiento anual de unos 10.000 kW/hora.
Formados por minúsculos piezoeléctricos, sus nanohojas aprovechan las diferencias de temperaturas como así también la energía del sol incluído su espectro infrarrojo.
Tal vez una inteligente combinación entre ambas técnicas podrían derivar en una opción importante a tener en cuenta mientras la humanidad encuentra el camino sustentable de la reforestación y la fabricación de productos nó contaminantes ( si es que alguna vez logra hallarlo ).
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