Finalmente, la apertura del misterioso paquete que debía abrirse un siglo después de haber sido lacrado, no arrojó ningún resultado demasiado emocionante: sólo un montón de cartas, banderas, un estandarte real y algunos recibos municipales.
El paquete fue abierto en una ceremonia pública celebrada en Otta, Noruega, por los trabajadores del museo Torveig Dahl Kjell y su contenido no llenó las expectativas que había generado.
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