En una localidad llamada Sibenik, ubicada al sur de Croacia, una cliente que se encontraba en el mostrador del McDonald's murió frente a los empleados, quienes, contrariamente a lo que cabría esperarse, continuaron vendiendo como autómatas al resto de los clientes, entregando paquetes con papas, hamburguesas y refrescos como si no tuvieran un cadáver frente a ellos.
El esposo de la mujer llamó a emergencias, pero éstos, por desgracia, no pudieron hacer nada para revivirla, y el cuerpo fue cubierto con una sábana hasta que acudieron las autoridades locales.
Todo esto tomó una hora y media, durante la cual la actividad del restaurante no se interrumpió ni un instante.
Pasmoso, pero consecuente con la manera de pensar y actuar de uno de los más emblemáticos representantes del capitalismo deshumanizado y de cómo moldea la forma de actuar individual y colectiva.
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