Cathy Hutchinson pudo servirse su primer vaso de café en la mesa frente a su silla de ruedas, gracias a una gran concentración y a su pequeño implante neuronal que captura las señales de su corteza motora, pudiendo así dirigir un brazo robótico con su mente.
Cathy, que tuvo un accidente cerebrovascular hace 15 años, fue parte de un ensayo clínico de un sistema de interfaz nervioso para que las personas puedan utilizar sus porpias señales cerebrales para controlar un robot, cuyo éxito implica un gran avance para la ingeniería y la neurociencia.
Leigh Hochbert, profesor de la Universidad de Brown y neurólogo en el Massachusetts General Hospital, cree que con ayuda de prótesis o dispositivos externos, los pacientes paralizados podrían reestablecer su comunicación, movilidad e independencia , como ya se había conseguido el año pasado con monos en el Duke Medical Center.
La tecnología se conoce como BrainGate, y consiste en un microchip con cerca de 100 electrodos que se implanta en la corteza motora y en el experimento se demostró que Hutchinson, aún 15 años después de su derrame cerebral, mantenía intacta su capacidad de enviar todas las señales necesarias a sus nervios, la cual pudo ser reavivada merced a una serie de ejercicios de entrenamiento.
El paciente debe pensar en moverse y su cerebro crea los patrones que permiten previsualizar dichos movimientos, las señales son decodificadas por el chip, y retransmitidas al brazo mecánico.
Cathy, que tuvo un accidente cerebrovascular hace 15 años, fue parte de un ensayo clínico de un sistema de interfaz nervioso para que las personas puedan utilizar sus porpias señales cerebrales para controlar un robot, cuyo éxito implica un gran avance para la ingeniería y la neurociencia.
Leigh Hochbert, profesor de la Universidad de Brown y neurólogo en el Massachusetts General Hospital, cree que con ayuda de prótesis o dispositivos externos, los pacientes paralizados podrían reestablecer su comunicación, movilidad e independencia , como ya se había conseguido el año pasado con monos en el Duke Medical Center.
La tecnología se conoce como BrainGate, y consiste en un microchip con cerca de 100 electrodos que se implanta en la corteza motora y en el experimento se demostró que Hutchinson, aún 15 años después de su derrame cerebral, mantenía intacta su capacidad de enviar todas las señales necesarias a sus nervios, la cual pudo ser reavivada merced a una serie de ejercicios de entrenamiento.
El paciente debe pensar en moverse y su cerebro crea los patrones que permiten previsualizar dichos movimientos, las señales son decodificadas por el chip, y retransmitidas al brazo mecánico.
Una mayor práctica podría derivar en una mayor autonomía del brazo al poder interpretar cada vez con mayor fluidez la intención de movimiento.
El santo grial de este proyecto tecnológico es lograr algún día reconectar el cerebro a las extremidades del propio paciente.
El santo grial de este proyecto tecnológico es lograr algún día reconectar el cerebro a las extremidades del propio paciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario