"Hemos encontrado una ciudad perdida" declaró el director del INAH ( Instituto Hondureño de Antropología e Historia ) Virgilio Paredes.
Se refería al hallazgo protagonizado en la zona boscosa de La Mosquitia por arqueólogos e historiadores de Honduras y Estados Unidos mediante la aplicación de tecnología de escaneo aéreo por láser, que podría tratarse de los vestigios de la mítica "Ciudad Blanca" ( Hueitapalán - Xucutaco en la antigüa lengua nahuatl - maya ), una legendaria ciudad oculta "construída por los dioses" "donde reinaba el dios mono", cuya existencia ha sido afirmada desde una ancestral tradición oral entre los indios Pech y Payas, quienes aseguran que la metrópolis existía desde unos 2.500 años antes de la llegada de Cristóbal Colón, que sus edificios eran blancos "como de mármol" y que estaban ceñidos por una gran muralla del mismo material.
Precisamente, en plena época de la conquista española, un gran número de exploradores intentaron encontrarla y jamás regresaron, suponiéndose que se habían perdido y muerto en la selva, aunque de la época sobrevivieron algunos escritos que reportaban avistamientos de enormes estructuras en el medio de la selva, como el del Obispo Cristóbal Pedraza en 1544.
En 1939, el norteamericano Theodore Morde emprendió una expedición a la selva impenetrable de La Mosquitia y luego de cinco meses regresó reportando haber encontrado la misteriosa ciudad, relatando que presentaba una pirámide en su entrada con dos columnas a sus costados, una con la imágen de un cocodrilo y la otra de una araña.
En la parte superior de la pirámide, se ergía la colosal estatua de un mono ( Hanuman, cuyas hazañas se relatan en el Ramayana hindú y que una vez más reflejan la cultura globalizada que exisitía en el mundo hace siglos ) en un altar, siempre según el investigador, que se negó terminantemente a informar su localización para evitar la depredación. Las leyendas y tradiciones Pech y Payas confirman los dichos de Morde respecto a que la Ciudad Blanca pertenecía al dios-mono, "hijo de los hombres velludos mitad hombre y mitad espíritu que caminaban la Tierra hace siglos" .
Curiosamente, pese a lo sensacional de su hallazgo, sus patrocinadores neyorquinos le negaron financiación para una nueva expedición y estando en tratativas con nuevos sponsors, esta vez ingleses, murió en un accidente automovilístico quedando paralizada hasta el presente la búsqueda de una ciudad que Morde sostenía era mucho más antigüa que los mayas y los aztecas.
De confirmarse ahora el reciente hallazgo del INAH, pasaría a constituír el mayor descubrimiento arqueológico-antropológico del siglo 21 ( o re-descubrimiento, si se confirmaran los escritos de Morde, quien entonces merecería una reivindicación post-mortem ).
La denominada tecnología de Detección Aérea de Luz y Medidas de Rangos ( LIDAR, por sus siglas en ingles, un nuevo sistema de escaneo aéreo por medio de láser ) es un revolucionario método que permite detectar estructuras entre frondosas zonas selváticas donde hay árboles de más de 60 metros de altura y ni siquiera entra la luz del sol, y en este caso se descubrió una gran ciudad con monumentos de gran tamaño, aunque aún resta "bajar y embarrarse las manos" explorando y excavando para poder determina qué es lo que hay y a qué tipo de civilización perteneció.
Se refería al hallazgo protagonizado en la zona boscosa de La Mosquitia por arqueólogos e historiadores de Honduras y Estados Unidos mediante la aplicación de tecnología de escaneo aéreo por láser, que podría tratarse de los vestigios de la mítica "Ciudad Blanca" ( Hueitapalán - Xucutaco en la antigüa lengua nahuatl - maya ), una legendaria ciudad oculta "construída por los dioses" "donde reinaba el dios mono", cuya existencia ha sido afirmada desde una ancestral tradición oral entre los indios Pech y Payas, quienes aseguran que la metrópolis existía desde unos 2.500 años antes de la llegada de Cristóbal Colón, que sus edificios eran blancos "como de mármol" y que estaban ceñidos por una gran muralla del mismo material.
Precisamente, en plena época de la conquista española, un gran número de exploradores intentaron encontrarla y jamás regresaron, suponiéndose que se habían perdido y muerto en la selva, aunque de la época sobrevivieron algunos escritos que reportaban avistamientos de enormes estructuras en el medio de la selva, como el del Obispo Cristóbal Pedraza en 1544.
En 1939, el norteamericano Theodore Morde emprendió una expedición a la selva impenetrable de La Mosquitia y luego de cinco meses regresó reportando haber encontrado la misteriosa ciudad, relatando que presentaba una pirámide en su entrada con dos columnas a sus costados, una con la imágen de un cocodrilo y la otra de una araña.
En la parte superior de la pirámide, se ergía la colosal estatua de un mono ( Hanuman, cuyas hazañas se relatan en el Ramayana hindú y que una vez más reflejan la cultura globalizada que exisitía en el mundo hace siglos ) en un altar, siempre según el investigador, que se negó terminantemente a informar su localización para evitar la depredación. Las leyendas y tradiciones Pech y Payas confirman los dichos de Morde respecto a que la Ciudad Blanca pertenecía al dios-mono, "hijo de los hombres velludos mitad hombre y mitad espíritu que caminaban la Tierra hace siglos" .
Curiosamente, pese a lo sensacional de su hallazgo, sus patrocinadores neyorquinos le negaron financiación para una nueva expedición y estando en tratativas con nuevos sponsors, esta vez ingleses, murió en un accidente automovilístico quedando paralizada hasta el presente la búsqueda de una ciudad que Morde sostenía era mucho más antigüa que los mayas y los aztecas.
De confirmarse ahora el reciente hallazgo del INAH, pasaría a constituír el mayor descubrimiento arqueológico-antropológico del siglo 21 ( o re-descubrimiento, si se confirmaran los escritos de Morde, quien entonces merecería una reivindicación post-mortem ).
La denominada tecnología de Detección Aérea de Luz y Medidas de Rangos ( LIDAR, por sus siglas en ingles, un nuevo sistema de escaneo aéreo por medio de láser ) es un revolucionario método que permite detectar estructuras entre frondosas zonas selváticas donde hay árboles de más de 60 metros de altura y ni siquiera entra la luz del sol, y en este caso se descubrió una gran ciudad con monumentos de gran tamaño, aunque aún resta "bajar y embarrarse las manos" explorando y excavando para poder determina qué es lo que hay y a qué tipo de civilización perteneció.
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