Los científicos han encontrado una manera de predecir cuánto tiempo podrá vivir una persona mediante la lectura de su ADN: la esperanza de vida del ser humano está escrito en nuestros genes desde el día en que nacemos ( obviamente, descartando las enfermedades, los accidentes y demás factores externos impredecibles ).
Todo depende de la vida útil de los telómeros, que actúan como protectores contra el desgaste de los cromosomas y son además la clave del envejecimiento.
En el futuro, las pruebas podrán permitir que la gente conozca su expectativa de vida desde su nacimiento, si así lo desean.
El Profesor Pat Monaghan, quien dirigió el estudio de la Universidad de Glasgow, Escocia, explicó que aún no han podido determinar de qué dependen las variaciones en los telómetros en cada persona, si de factores hereditarios, ambientales, una combinación de ambos u otras razones desconocidas.
El estudio se realizó de manera completa sobre 99 pinzones cebra, una de las aves más comunes de de Australia midiendo la longitud de sus telómeros a intervalos regulares desde que tenían 25 días y a través de toda su vida.
La diferencia de expectativa de vida varió – conforme a la condición de los telómetros – entre siete meses y nueve años.
Con los seres humanos ( en quienes los telómetros funcionan de la misma manera que en los pájaros estudiados ), aún no ha sido posible completar un ciclo investigativo debido a los plazos involucrados, y sólo se ha podido testear en personas mayores.
Los resultados superaron incluso las expectativas de los investigadores.
Los telómeros tienen una determinada longitud al nacer y comienzan su acortamiento inmediatamente, dejando de funcionar cuando se vuelven demasiado cortos, quedando a partir de allí desprotegido el ADN, que comienza a arrastrar errores a nivel celular, aumentando los riesgos cardíacos y de diabetes.
Por lo general esto ocurre en la mediana edad, y sus primeros síntomas visibles son cuando la piel comienza a arrugarse y el sistema inmune se vuelve menos eficiente.
El estudio fue publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU..
No hay comentarios:
Publicar un comentario