¿BASTA DE LÁCTEOS?

Sólo los seres humanos continúan tomando leche en edades adultas, basados en un mito que, al igual que las espinacas de Popeye, fue impulsado en Occidente para favorecer una situación comercial, pero que no posee ningún sustento científico. 

Se insiste en que es una inmejorable (¿?) fuente de calcio ( empíricamente, existen muchas otras aunque se nos infiere como la única ) y se inunda orgullosamente de lactosa toda fuente alimenticia, como panes, golosinas, galletas, helados o medicinas, só pretexto 

( jamás demostrado ) de que es sanísimo, induciendo a la población a consumirla, lo cual ha llegado a provocar en algunos casos la incapacidad por sobresaturación para continuar digiriendo el azúcar natural de la leche, provocando graves indigestiones. 

En los países asiáticos, en cambio, la leche es utilizada correctamente: sólo se le dá a los bebés y los adultos, como el resto de los mamíferos del planeta, no la consumen. 

Los lácteos constituyen una de las más poderosas industrias del planeta y ésta, como todas ellas, miente para su provecho: haciéndonos creer que posee super poderes para la salud

inexistentes, como el pregón de que el yogur evita el cáncer de colon y mamario, cuando el único elemento preventivo que posee en ese sentido es el calcio ( que también abunda en otros productos como los frutos secos ) y se oculta o disimula su fuerte efecto en el aumento de peso y fijación de grasas ( nótese que ninguna dieta acepta la leche ) como así también las dificultades para su digestión. 

Además, últimamente se está empezando a asociar el consumo de lácteos con algunos tipos de cáncer, el asma, y algunas alergias y resfriados, y obviamente los descubrimientos que se realizan al respecto tropIezan con enormes muros de silencio corporativos.

La inyección al ganado vacuno de la hormona recombinante de crecimiento bovino ( rBGH ) empeora el cuadro, ya que desde 1996 el National Press Club Washington D.C. demostró que el químico puede provocar desarrollo hormonal precoz, cáncer de colon, próstata y mamas, además de afectar a las propias vacas, que desarrollan patologías de agotamiento, mastitis e infertilidad.

A raìz de ello el uso de este producto está estrictamente prohibido en muchos países ( Japón, Australia, Unión Europea, Nueva Zelanda, Canadá ) pero permitido en tantos otros ( EE:UU:, Argentina )