Un estudio de la Universidad de Saitama ( Japón ) de pequeñas espinas que se producen entre las células del cerebro reveló que tener relaciones sexuales altera la estructura del cerebro, al menos en roedores.
Estas espinas se encuentran presentes en mucho mayor cantidad en los ratones vírgenes que en aquellos con mayor experiencia sexual, lo cual significaría que perder la virginidad realmente podría cambiar la vida.
El investigador Shinji Tsukahara opina que esta disminución puede deberse a una serie de factores, incluyendo los cambios hormonales provocados por la presencia de alguien del sexo opuesto.
En las ratas hembras, las espinas juegan un papel fundamental manteniendo su vivacidad, lo cual las convierte en más atractivas y en los machos mantiene un alto impulso sexual, el cual parece ser la causa de su generamiento.
Luego del debut del mamífero, en el cual se satisface el mencionado impulso, se van encogiendo ( incluso en algunos casos hasta desaparecer ) por considerar cumplida su misión.
Altas dósis de hormonas sexuales inyectadas por los científicos, aumentaron el número de espinas en los cerebros de los roedores y los hicieron mucho más sensibles a las insinuaciones sexuales, mientras la inyección de un inhibidor del crecimiento de las mismas, los volvieron mucho menos interesados en el sexo.
Este estudio revela la posibilidad de crear algún día una píldora que aumente nuevamente el crecimiento de estas espinas sin alterar los niveles hormonales y así generar un mayor deseo sexual, según informa la revista New Scientist.
Los cambios en la estructura de estas espinas microscópicas transforman los comportamientos sexuales en ratas y quizás por extrapolación, lo harían en otros mamíferos, incluyendo los seres humanos.
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