"La ausencia de evidencia no es lo mismo que la evidencia de ausencia".
Donald Rumsfeld
Algunos destacados científicos del proyecto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence, o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) como el destacado físico teórico de la Universidad de Arizona, Paul Davies ( especializado en astrobiología ), están empezando a considerar la idea de que quizás no han buscado en el sitio adecuado, de la forma adecuada y en el momento adecuado.
En uno de sus trabajos más recientes publicado en Acta Astronautica, y demostrando que nó todos los científicos “oficiales” son arrogantes y necios ( siempre hay benditas excepciones que confirman la regla ),
Davies planteó que quizás deberíamos buscar las pruebas de vida extraterrestre inteligente mucho más atrás en el tiempo y mucho más cerca: quizás en nuestro propio planeta e incluso en nuestras propias células.
En una clarísima alineación con nuestra profunda manera de pensar e interpretar ése futuro tetravalente que se encuentra detrás, Davies demuestra estar ( al fin!! ) sintonizado en la frecuencia correcta:
Propone, entre otras cosas, buscar Plutonio-244, un elemento cuya vida media es de 80 millones de años, pues su detección en cantidades elevadas podría indicar su uso por una supuesta civilización avanzada ya extinguida ( aunque parezca mentira, hasta ahora NADIE LO HA HECHO ),
planteo increíblemente audaz para un científico lo cual, a nuestro entender, representa una verdadera revolución en la mentalidad oficial moderna, que sumado a que cumpliendo la Ley de Moore la computación duplica su poder cada año y por ende su capacidad de investigación y análisis, es lo que puede llamarse sin duda un buen comienzo.
Davies plantea también que nuestro propio ADN podría ser uno de los escondites donde supuestas civilizaciones inteligentes podrían haber dejado su sello.
Apoya esta hipótesis con la presencia en el homo sapiens de abundante ADN "basura" (¿ nos habrá leído?? ), es decir, material genético "de relleno", al que no se le encuentra ninguna función o utilidad biológica y que representa más del 90% del genoma humano.
Según Davies, inteligencias extraterrestres podrían haber ocultado mensajes en este DNA presuntamente inútil, una especie de copyright de nuestro genoma.
En 1978, científicos japoneses intentaron descifrar estos supuestos mensajes “ocultos” ( NO SON OCULTOS: sólo nuestra ignorancia los hace invisibles ) sobre la secuencia genética de un bacteriófago (un virus que infecta bacterias) sin encontrar nada relevante, y luego no existe constancia de que otro grupo científico lo haya vuelto a intentar.
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