martes, 2 de febrero de 2010

ALICE MILLER

Lo primero que he de resaltar al escribir sobre la Dra.Alice Miller es su actitud conscientemente valiente. Sabía perfectamente ( lo expone en sus libros ) el riesgo que corría al tratar el que probablemente es el tema más tabú de toda la civilización: la culpabilidad de los padres en la formación y deformación de sus hijos, y la formidable resistencia que iba a encontrar en el camino.
Su obra y su aporte a la psicología contemporánea es trascendental, fundamental y revolucionario, a la altura de los grandes íconos del psicoanálisis, aunque es tristemente obvio que deberá esperar largo tiempo ( y cambios reales y no sólo declamatorios en una sociedad todavía demasiado misógina ) para obtener su merecido reconocimiento.
El planteo de la Miller hiere - sin esconderse en símbolos, escapes sociológicos o distracciones oníricas - el corazón de los orígenes de traumas y patologías, como no llegaron a lograrlo Freud ni Jung ( tal vez el primero sí lo hizo en un principio, pero luego se retractó y de esto es acusado precisamente por la Miller en varias ocasiones en sus libros ): los padres son los culpables de las neurósis y las psicósis de la humanidad.
"La experiencia nos enseña" - dijo - "...que en la lucha contra las enfermedades psíquicas"(...)"disponemos de una única arma: encontrar emocionalmente la verdad única y singular de nuestra infancia"
En 1980, después de mas de veinte años dedicada al ejercicio profesional y académico del psicoanálisis, decide abandonar la práctica y se dedica a escribir libros sobre el tema. Cae en la cuenta de que ha tocado las cuerdas primales y que es imposible lograr el reconocimiento de sus supuestos iguales, ni de la sociedad, ya que se le levantan mecanismos de defensa inconscientes y subconscientes formidables que serán insuperables por muchas generaciones.
Desde 1975 se dedica también a la pintura, y en el año 2001 crea su Website ( www.alice-miller.com )
Miller parte de la premisa del 4º Mandamiento, profundamente arraigado en nuestra sociedad, que ordena querer y venerar a los padres. ("No toquen a los padres es ley suprema" dijo ). Si uno ha sido maltratado o manipulado perversamente por sus padres, entra en gravísimo conflicto entre lo que siente y lo que le gustaría sentir para cumplir con las tan idealizadas y alabadas normas morales, o para ser querido como hijo, además del hecho de que la mayoría de las personas maltratadas, al llegar a adultas, manifiestan la patología de tener permanentemente el anhelo de satisfacer sus primeras funciones vitales; o sea la inútil esperanza de recibir al fin, pese a todos los desengaños, el amor que nunca experimentaron. Esto genera un cuadro de represión masiva y disociación de las verdaderas emociones, estableciéndose en la mayoría de los adultos maltratados, una compulsión enfermiza con sus padres, mezcla de miedo y sentido del deber, pero nunca de amor verdadero ( no pueden darles algo que desconocen, pues nunca lo han obtenido de ellos ). Esto desemboca en graves enfermedades, y actitudes autodestructivas que pueden llegar al suicidio, o bien en un pase de factura a sus propios hijos.
Si un niño se encuentra prisionero en un verdadero campo de concentración camuflado de familia tradicional y feliz, y encuentra la suficiente autoestima y fortaleza para hablar con otros en contra de su papá o su mamá, choca con una barrera infranqueable de rechazo, con una conspiración de silencio,”el muro del silencio”,según la propia definición de Alice Miller. La gente -incluidos periodistas o psicólogos- no quiere escuchar que los padres pueden ser malos poque ellos también tienenen padres y se han acostumbrado a encubrirlos, de los demás y de ellos mismos, de su propio auto-engaño.Son adultos que continúan obedeciendo la prohibición de cuestionar a sus padres como si aún fueran niños.
Es la conspiración más fenomenal de la historia, ya que los aliados son prácticamente todos los adultos que componen la sociedad ( las escuelas, el clero, los políticos, los psiquiatras la prensa ), a fin de cegarse ante la verdad de la propia infancia, compulsión además reforzada por los sentimientos de culpa inculcados desde los más tiernos años.Una verdad que las culturas humanas han proscripto patológicamente.
Millar plantea que “necesitamos reconocer la realidad de nuestra infancia lo más a fondo posible, acabando con la represión y la negación”(…) y experimentar el amor hacia ese niño que fuimos, para superar el menosprecio del que fuimos objeto”(…)"muchos psicoterapeutas predican el perdón a los padres como método de curación y no saben que este camino es una trampa en la que ellos mismos han quedado atrapados”(…)”esta pedagogía venenosa educa a personas conformistas que sólo pueden confiar en sus máscaras”

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