
La Materia: ¡Qué delirio tan osado!- Yo, yo soy, y nada hay fuera de mí. Pues el mundo es mi forma transitoria. Tú eres un mero resultado de una parte de esa forma y, por ello, eres algo casual y fortuito.
El Sujeto: ¡Cuan disparatada arrogancia!. Ni tú ni el mundo existiríais sin mí y a mi estáis condicionados. Quien haga abstracción de mí y crea poder seguir pensando vuestra existencia, da en concebir un tosco engaño; su existencia al margen de mi representación supone una inmediata contradicción, un hierro de madera. Ambas cosas están representadas por mí, mi representación es el ámbito de su existencia, y por ende, yo soy su primera condición.
La Materia: Afortunadamente la osadía de tus asertos será puesta muy pronto en sus sitio y no merced a meras palabras; algunos instantes más y dejarás de ser nada en realidad, te hundirás en la nada junto con tu grandilocuencia, después de haberte columpiado transitoriamente cual una sombra espectral y correr la suerte de cada una de mis efímeras formas. Pero yo, en cambio, permanezco incólume y sin merma siglo tras siglo, a través del tiempo infinito, y presencio impávida el juego de las transformaciones de mis formas.
El Sujeto: Ese tiempo infinito, que te vanaglorias de atravesar, así como el espacio igualmente infinito, sólo existen en mi representación, habida cuenta de que son meras formas de mi representación, esa representación que albergo dentro de mí y en la que tú te presentas, dando cabida a todo cuanto eres. El aniquilamiento con que me amenazas, no me atañe, pues de lo contrario tú te verías aniquilada junto conmigo; ese aniquilamiento le concierne sólo al individuo que es mi portador por algún tiempo y que, como todo lo demás, es representado por mí.
La Materia: Aún cuando te conceda esto y lo admita, tu existencia, a la cual ese transitorio individuo está indisolublemente ligado, lejos de ser algo que se sostiene por si mismo, sigue dependiendo pese a todo de la mía propia. Pues tú sólo eres sujeto en tanto que tengas un objeto, y ese objeto soy yo; yo soy el núcleo y su contenido, lo que permanece, aquello que lo coaliga y sin lo cual revolotea tan incoherente como sustancialmente, al igual que los sueños y las fantasías de tus individuos, quienes gracias sólo a mí ponen a buen recaudo su apariencia.
El Sujeto: Haces bien en no querer impugnarme a través de mi existencia por el hecho de manifestarse ésta en los individuos, pues tan inseparablemente encadenado a ella como yo lo estoy, lo estás tú a tu hermana, la forma, sin la cual no te manifiestas nunca. A ti, al igual que a mí, ningún ojo te ha visto desnuda y a solas, ya que ambos somos meras abstracciones, y por lo tanto entes de razón. Un ser es, al fin y a la postre, algo que se intuye a sí mismo y es intuido de suyo, aun cuando su ser en sí mismo no pueda consistir en esa intuición ni en el proceso de verse intuido, papeles que nos repartimos entre ambos.
Ambos: Así pues, estamos inseparablemente unidos como partes necesarias de un todo, el cual nos comprende a ambos y se halla por encima de los dos como un género superior. Sólo un malentendido puede enfrentarnos para que cada uno combata la existencia del otro, siendo así que la suya propia se mantiene o quiebra con ella. Este otro género superior es el mundo como representación o la manifestación, con cuya desaparición sólo queda todavía la voluntad, en cuanto algo metafísicamente puro, como cosa en sí. Pero aquel que no reconoce como tal a la voluntad, puede colocar en su lugar una x, al que también puede dar en llamar y o z, como le venga en gana. La presente consideración versa sobre alguien así."
Sobre la bondad del ser humano
"Lo que la lluvia es para el fuego, eso es la lástima para la ira."
(Arthur Schopenhauer)






noches en vela calculando su venganza. Si el vecino le raya intencionadamente el guardabarros, al día siguiente él le rayará los dos, y hasta es posible que le estropee con su coche el seto recién podado, para completar. Es raro que este tipo de Escorpiones se conformen con obligar al enemigo a que meta el pie derecho en el zapato izquierdo, para que aprenda; se lo pegan con cemento. Sin embargo, en el caso de las Lagartijas Grises la venganza de Plutón asume la forma de una amargura que se cultiva por dentro durante años y que inevitablemente es causa de profunda melancolía e incluso de verdaderas y prolongadas enfermedades físicas. Cuando se vuelve hacia adentro y nunca se expresa, el ardiente resentimiento de Escorpión envenena con una seguridad fatal. Si se vuelve hacia afuera, puede crear culpa, porque los Escorpiones que pican se avergüenzan de hacer daño a los indefensos, cuando la cosa ya está hecha. Por lo tanto, el resentimiento no debe volverse hacia ninguna parte, ni hacia afuera ni hacia adentro. Debe ser superado con la mirada puesta en lo alto, como el Águila; jamás recordando con ira y cavilando el desquite.La imagen de la salud de Escorpión es típica de su naturaleza: puede destruir su cuerpo con excesos, melancolía o esfuerzos, pero también puede reconstruirse después de una enfermedad crítica, tal es la fuerza de Plutón. Es raro que Escorpión caiga enfermo, pero cuando sucede, por lo general es grave. La mejor cura es un largo descanso y un cambio de actitud que sustituya el resentimiento quemante por una pacífica aceptación. No pueden dejar las cosas en paz, y por supuesto que ellos saben más que el médico y que todas las enfermeras. Los puntos más vulnerables ante las infecciones y accidentes son los órganos reproductores, la nariz, la garganta, el corazón, columna vertebral y espalda, el sistema circulatorio, las piernas y los tobillos. Son habituales las venas varicosas y los accidentes deportivos. Claro que se les encuentra muy frecuentemente en trabajos que juegan con el peligro, precisamente en las líneas señaladas. A veces tienen hemorragias nasales crónicas o, por algún motivo u otro, necesitan intervenciones quirúrgicas en la nariz.A Escorpio le interesa profundamente la religión, siente intensa curiosidad por todas las fases de la vida y de la muerte, se apasiona por el sexo y está movido por un violento deseo de reforma. Puede ser santo o pecador.No importa que su tribuna sea un púlpito, una reunión de directorio o un escenario: su hipnótico atractivo se apodera del auditorio y consigue literalmente cambiarlo. Es realmente algo que asusta. Incluso si Escorpio deja que temporalmente la amargura, la bebida o la melancolía le arrastren a los barrios bajos, puedes apostar tu antiguo ejemplar del Inferno de Dante a que los demás fracasados le abrirán paso cuando le vean venir.Con todo lo que él considera suyo, incluso el éxito, es orgullosamente posesivo, pero su ambición nunca es obvia. El Escorpión espera silenciosamente la oportunidad de avanzar, mientras permanece en su lugar aunque sepa que tiene condiciones para ocupar el puesto superior. Va ganando control con lentitud, pero con seguridad. Escorpio puede hacer casi cualquier cosa que se proponga. El mágico poder de Plutón, oscuro y misterioso convierte en realidad los deseos con su decisión fría, cuidadosa firme.Aunque un deseo morboso de conocer los peores aspectos de la humanidad enferma y depravada puede crear una Lagartija Gris que chapotea en la crueldad y las drogas. Escorpión también puede elegir como senda de su vida la medicina, donde se siente profundamente fascinado por tratamientos drásticos que tienen el mismo valor simbólico. Es cierto que muchos de los cirujanos a quienes se tacha de sádicos son Escorpio, pero también lo son muchos de los médicos más valiosos del mundo entero, a quienes Plutón mueve a curar mentes y cuerpos, diagnosticando y tratando las enfermedades con su conocimiento extraño e inescrutable. Escorpio nace con el conocimiento de los secretos de la vida y de la muerte, y con la capacidad de dominar a ambas, si eso es lo que quiere. Pero la astrología le advierte constantemente que "debe saber que sabe". Los antiguos misterios fascinan su mentalidad brillante.
De su poderosa empatía con la naturaleza humana surgen el detective brillante, el compositor de grandes obras musicales, la literatura profunda y perdurable o el actor que se proyecta en su trabajo con excepcional intensidad dramática. A veces vive solo, junto al mar, fuerte y silencioso como las mareas. En otras ocasiones enfrenta al público, con una máscara de serena reserva y dominio de sí, que oculta su intenso deseo de ganar. Es posible que sea político o estrella de la televisión, empresario de pompas fúnebres o encargado de un bar, pero de todas maneras conseguirá superar a sus competidores, y lo hará con tan poco esfuerzo que parecerá más bien un acto del destino que obra de su poderosa voluntad.Una de las normas astrológicas más extrañas es la muerte de alguien en la familia en el término de un año antes o de un año después del nacimiento de un Escorpio. Y cuando Escorpio muere, en la familia habrá un nacimiento dentro del año que precede o que sigue a la muerte. Sucede por lo menos el noventa y cinco por ciento de las veces. El símbolo de Plutón es el fénix triunfante que se eleva de entre sus propias cenizas ardientes, y Escorpio personifica la resurrección de entre los muertos. Tanto las Lagartijas Grises como los mordaces Escorpiones pueden convertirse en Águilas orgullosas sin revelar jamás el secreto de su hechicería. De nada sirve preguntar, porque Escorpio jamás lo contará, aunque conoce la verdad eterna del círculo contenido en el cero simbólico.El cardo de noviembre es peligroso, pero crece entrejido con la densa y lánguida belleza de la madreselva de escorpión. ¿Alguna vez inhalaste su fragancia dulce y abrumadora, en la quietud de una noche de verano? Entonces sabrás por qué hay quienes desafían al cardo para alcanzar la suavidad de Escorpio... su exquisita suavidad. La pasión explosiva de Plutón tiene el rojo intenso, oscuro y vinoso de los de la hematites. Pero el acero de Escorpio se templa en un crisol de calor intolerable, hasta que emerge, ya frío, con una tersura de satén, y con la fuerza suficiente para controlar los nueve fuegos espirituales de la sabiduría de Escorpio.


