Gilberto Araújo casi mata de un susto a todos sus familiares cuando ingresó, vivito y coleando, a su propio funeral en la localidad de Alagoinhas, estado de Bahía, Brasil.
No se trató de un suceso sobrenatural, sinó de una confusión insólita: se estaba velando a un desconocido a quien habían confundido con Gilberto.
Los parientes de Araújo, de 41 años, habían sido notificados que el hombre había sido asesinado en un tiroteo, fueron a la morgue, reconocieron el cadáver, se llevaron el cuerpo, compraron un ataúd y comenzaron a velarlo en el salón familiar.
El "muerto vivo", enterado de su "muerte", llamó a casa de su madre para ponerla sobre aviso del error, pero la persona que lo atendió pensó que se trataba de una broma macabra y le colgó.
Fué entonces que decidió aparecerse en su propio funeral para aclarar la situación de una vez por todas, aunque su entrada casi mata a los "deudos": algunos se desmayaron y otros salieron corriendo espantados.
Luego, todos se calmaron y se alegraron de la "resurrección" de Gilberto, menos la Policía, que tuvo que llevarse el cadáver y reiniciar toda la investigación.
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