En un cine de Londres, ubicado en la Leicestar Square, aquéllos desubicados que no respetan las estrictas reglas de respeto que se requieren de un espectador para ir al cine, tienen los días contados: un equipo de “ninjas” se encarga allí de hacer cumplir a rajatabla los códigos de comportamiento.
Nada de ruidos molestos, nada de movimientos abruptos en las butacas, nada de adoptar posiciones birzarras al sentarse que puedan incomodar a otro espectador, nada de levantarse constantemente durante la función ni tner un teléfono móvil siempre sonando.
Los “ninjas” en cuestión, enfundados en trajes de spandex oscuros que los disimulan dentro de la sala, son cinéfilos comunes que protegen el código de comportamiento dentro del cine a cambio de su admisión gratuita.
Si alguien habla, arroja palomitas de maíz, patea los asientos o realiza otra grosería de cualquier tipo para con el público, entonces se acercan al sujeto y lo reconvienen.
Ojalá copien la idea absolutamente todos los cines del planeta.
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