Así lo indican los resultados de una investigación llevada a cabo por antropólogos forenses de la Universidad de Tennessee en la ciudad de Knoxville (EE. UU.), quienes luego de medir cerca de 1.500 cráneos de estadounidenses de ascendencia europea entre los años 1850 a 1980, descubrieron que los mismos se hicieron más grandes, altos y estrechos, hecho especialmente notorio en la parte frontal.
La longitud desde la parte inferior a la superior del cráneo del hombre se ha incrementado en un promedio de 8 milímetros, mientras que la capacidad craneal aumentó a 200 centímetros cúbicos, que es el equivalente al volumen de una pelota de tenis.
En cuanto a las mujeres, la longitud y el aumento de la capacidad craneal aumentó en 7 milímetros y 180 centímetros cúbicos respectivamente.
Los autores de la investigación encuentran difícil de explicar los motivos de este fenomeno, que podría haberse originado desde un proceso evolutivo espontáneo a una mejora general en las condiciones de vida.
También podría haber jugado un papel importante la mejor nutrición, la reducción de la mortalidad materna e infantil, el aumento de matrimonios interétnicos o la reducción del esfuerzo físico.
Lee Janz, uno de los autores del estudio, concluyó que desde finales del siglo XIX, la altura craneal de los estadounidenses blancos aumentó un 6,8%, mientras que el peso corporal un 5,6% y la longitud del fémur solo un 2%. Por lo tanto, en términos relativos, el cráneo se ha incrementado más notablemente que otras partes del cuerpo.
La longitud desde la parte inferior a la superior del cráneo del hombre se ha incrementado en un promedio de 8 milímetros, mientras que la capacidad craneal aumentó a 200 centímetros cúbicos, que es el equivalente al volumen de una pelota de tenis.
En cuanto a las mujeres, la longitud y el aumento de la capacidad craneal aumentó en 7 milímetros y 180 centímetros cúbicos respectivamente.
Los autores de la investigación encuentran difícil de explicar los motivos de este fenomeno, que podría haberse originado desde un proceso evolutivo espontáneo a una mejora general en las condiciones de vida.
También podría haber jugado un papel importante la mejor nutrición, la reducción de la mortalidad materna e infantil, el aumento de matrimonios interétnicos o la reducción del esfuerzo físico.
Lee Janz, uno de los autores del estudio, concluyó que desde finales del siglo XIX, la altura craneal de los estadounidenses blancos aumentó un 6,8%, mientras que el peso corporal un 5,6% y la longitud del fémur solo un 2%. Por lo tanto, en términos relativos, el cráneo se ha incrementado más notablemente que otras partes del cuerpo.
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