viernes, 8 de junio de 2012

FENÓMENOS ANÓMALOS A TRES KILÓMETROS DE MOSCÚ

Científicos de la Universidad Estatal de Moscú fueron inducidos por el azar para realizar un estudio sobre la existencia de otras dimensiones en una zona donde ocurren fenómenos anómalos, ubicada a unos tres kilómetros de la capital rusa.
En un principio, los investigadores habían decidido realizar un estudio sobre la influencia de la luna en la actividad cerebral, para lo cual buscaron un lugar poco poblado y lo más alejado posible de la zona industrial.
Fue así que se dirigían en automóvil por la carretera hacia un sitio rural elegido a tales fines, cuando una serie de acontecimientos no sólo les impidieron llegar al lugar previsto, sinò que modificaron sus intenciones iniciales.
Se encontraban transitando una zona ubicada a unos tres kilómetros de Moscú que goza de muy mala fama por la frecuencia con que ocurren allí accidentes de tránsito, y donde suelen registrarse fuertes y atípicas oscilaciones electromagnéticas, cuando uno de los integrantes del equipo sintió una fuerte migraña y los instó a detener el coche.
Así lo hicieron, y para su sorpresa, notaron que habían estacionado justo frente al enorme cartel que advertía la reputación de la zona con el texto: “¡Atención! ¡Zona anómala!´".
El auto no había terminado de detenerse cuando escucharon fuertes chirridos provenientes de la carretera y al levantar sus cabezas fueron testigos de un violento choque entre dos automóviles.
Esta combinación de circunstancias fue demasiado fuerte para el espíritu invetigador de los científicos quienes allí mismo descargaron un detector de campo electromagnético que llevaban en el vehículo y las mediciones que efectuaron en el lugar del accidente denunciaron un pulso electromagnético perturbador muy elevado. 
A continuación, y a unos 100 metros de la carretera, tomaron una larga secuencia de fotos en gama infrarroja, y al revisarlas, notaron que las tomas exhibían la presencia de unos extraños objetos, algunos parecidos a meteoritos, otros a ‘caras’ de supuestos ‘fantasmas’, que los investigadores mismos llamaron ‘huéspedes de los universos paralelos’.
Pero fieles a su espíritu científico aclararon: "Tenemos otra hipótesis que es mucho más realista. Sabemos que todos los procesos del mundo vienen acompañados por irradiaciones electromagnéticas que se extienden infinitamente en el espacio y dejan huellas. La claridad de las huellas depende de la fuerza de la irradiación”.

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