La era digital ha transformado el comportamiento erótico de la sociedad, incluídos los menores de edad.
En este contexto, y en relación al acceso irrestricto de los chicos a material porno, está abierta la polémica sobre si la responsabilidad es de los proveedores de internet o de los padres.
El problema fundamental pasa por la inmensa contradicción ( y en muchos casos, hipocresía ) que debe soportar la mente de los niños sobre cómo manejan ambivalentemente los adultos este tema.
Es decir, puesto en un megacontexto, la inmadurez no es de los niños sinó de los adultos para manejar coherentemente cuestiones sexuales, condicionados por espantosas herencias religiosas, preconceptos, miedos y moralina, pero a la vez secretamente dispuestos a transgredirlas, y este paquete incluye a la sociedad en su conjunto, padres y medios sociales, porque todo es un espejo del estado social.
Por lo tanto, para combatir este problema, lo primero que se debería hacer es resetear con sinceridad la actitud adulta frente al sexo, que en sí mismo es sólo una fuerza natural hormonal, tergiversada y oscurecida durante siglos.
Por otra parte, es igualmente cierto que nunca en la historia de la humanidad hubo tan vasta e implacable oferta de pornografía a disposición de todos, incluso de los niños, aún cuando esto reabra la polémica de si se trata de aumento de volúmen o aumento de sinceridad ( una sinceridad retorcida mientras mantenga contradicciones con la moral social ).
La cuestión es que este acceso infantil a la pornografía ha generado casos extremos: niños que acceden a ella con la misma desprevención que con cualquier droga química, probablemente invitados inicialmente por algún compañero de aula, o por un niño mayor, y que terminan siendo adictos extremos a fetiches retorcidos como voyeurismo, sexo con estrangulamiento, con violencia, con degradación y humillación, con animales o niños, de tal manera que su sexualidad adulta y su eventual vida en pareja queda comprometida seriamente, aún en los casos en que son detectados y llevados a terapia.
Ejemplos emblemáticos se manifiestan cada vez con mayor frecuencia, como el caso de un niño inglés que tuvo acceso a sitios porno desde los 10 años de edad y a los 13 recibió la visita de la policía, acusado de acceder a pornografía infantil y por lo tanto ingresado en el registro de delincuentes sxcuales sin tener una real conciencia de estar cometiendo un delito, y ante la sorpresa de sus padres que ignoraban completamente su adicción.
Niños adictos a la pornografía bajo terapia han manifestado su miedo a no poder conseguir una novia apropiada ( las mujeres que existen fuera del ciberespacio tienen necesidades propias que estos niños se resisten a tener en cuenta ).ni a quitar de su mente para siempre las imágenes que aún los inundan, o controlar su compulsión a desarrollar actitudes exhibicionistas.
También se registran casos de abusos de niños sobre sus hermanos menores, entre los pacientes bajo tratamiento y una tendencia generalizada al aislamiento e incluso en casos de niños con una vulnerabilidad particular, al suicidio.
En este contexto, y en relación al acceso irrestricto de los chicos a material porno, está abierta la polémica sobre si la responsabilidad es de los proveedores de internet o de los padres.
El problema fundamental pasa por la inmensa contradicción ( y en muchos casos, hipocresía ) que debe soportar la mente de los niños sobre cómo manejan ambivalentemente los adultos este tema.
Es decir, puesto en un megacontexto, la inmadurez no es de los niños sinó de los adultos para manejar coherentemente cuestiones sexuales, condicionados por espantosas herencias religiosas, preconceptos, miedos y moralina, pero a la vez secretamente dispuestos a transgredirlas, y este paquete incluye a la sociedad en su conjunto, padres y medios sociales, porque todo es un espejo del estado social.
Por lo tanto, para combatir este problema, lo primero que se debería hacer es resetear con sinceridad la actitud adulta frente al sexo, que en sí mismo es sólo una fuerza natural hormonal, tergiversada y oscurecida durante siglos.
Por otra parte, es igualmente cierto que nunca en la historia de la humanidad hubo tan vasta e implacable oferta de pornografía a disposición de todos, incluso de los niños, aún cuando esto reabra la polémica de si se trata de aumento de volúmen o aumento de sinceridad ( una sinceridad retorcida mientras mantenga contradicciones con la moral social ).
La cuestión es que este acceso infantil a la pornografía ha generado casos extremos: niños que acceden a ella con la misma desprevención que con cualquier droga química, probablemente invitados inicialmente por algún compañero de aula, o por un niño mayor, y que terminan siendo adictos extremos a fetiches retorcidos como voyeurismo, sexo con estrangulamiento, con violencia, con degradación y humillación, con animales o niños, de tal manera que su sexualidad adulta y su eventual vida en pareja queda comprometida seriamente, aún en los casos en que son detectados y llevados a terapia.
Ejemplos emblemáticos se manifiestan cada vez con mayor frecuencia, como el caso de un niño inglés que tuvo acceso a sitios porno desde los 10 años de edad y a los 13 recibió la visita de la policía, acusado de acceder a pornografía infantil y por lo tanto ingresado en el registro de delincuentes sxcuales sin tener una real conciencia de estar cometiendo un delito, y ante la sorpresa de sus padres que ignoraban completamente su adicción.
Niños adictos a la pornografía bajo terapia han manifestado su miedo a no poder conseguir una novia apropiada ( las mujeres que existen fuera del ciberespacio tienen necesidades propias que estos niños se resisten a tener en cuenta ).ni a quitar de su mente para siempre las imágenes que aún los inundan, o controlar su compulsión a desarrollar actitudes exhibicionistas.
También se registran casos de abusos de niños sobre sus hermanos menores, entre los pacientes bajo tratamiento y una tendencia generalizada al aislamiento e incluso en casos de niños con una vulnerabilidad particular, al suicidio.
Y estos casos son sólo la punta del iceberg, pues por cada paciente que es tratado psicológicamente, hay decenas de miles que mantienen secreto sus hábitos, con consecuencias a largo plazo para su salud mental y emocional.
Actualmente, uno de cada tres niño de diez años de edad ha sido testigo de material explícito, con sólo un click en el ordenador.
Actualmente, uno de cada tres niño de diez años de edad ha sido testigo de material explícito, con sólo un click en el ordenador.
Investigaciones realizadas por Susan Greenfield, neurocientífica de la Universidad de Oxford y ex directora de la Royal Institution, ha encontrado que el uso intensivo de Internet altera la química del cerebro, estimulando la gratificación instantánea y aumentando el egocentrismo en los jóvenes.
1 comentario:
Es muy importante que los sitios de internet que ofrecen pornografía cumplan con sus reglas al respecto y hagan algo para que los niños no entren en estos sitios.
En el caso de myfreecams chat de sexo en vivo dice que esta prohibido que las chicas hagan shows en vivo de masturbación y es ahí común ver ese tipo de shows sin que la pagina haga cumplir sus reglas y para entrar a esa pagina no se pide ningún tipo de identificación como mayor de edad.
Dejo estos dos enlaces para que entren a firmar y hacer que myfreecams haga valer sus reglas y prohíba a las chicas hacer shows de sexo en vivo.
Algo tenemos que hacer para salvaguardar la moral y mentes de nuestros hijos
http://www.petitionbuzz.com/petitions/mfcrules
http://www.change.org/petitions/myfreecams-com-admins-fight-for-rule-enforcement-on-myfreecams-com
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