Nosotros lo venimos diciendo prácticamente desde que iniciamos este blog: China es la potencia mundial dominante del siglo 21, y lo es en todos los aspectos imaginables, habiéndose convertido hoy día, con sus reservas de divisas consideradas las más enormes del planeta, literalmente en el Banco del Mundo.
El dólar ya no es, desde hace rato, una moneda internacional representativa, y se está evitando su derrumbe sólo para no provocar una estampida incontrolable de los mercados: la verdadera moneda del siglo 21 es el yuan y es sólo una cuestión de tiempo que esta realidad empírica migre hacia los mercados.
Un ejemplo muy fuerte de esto es el que acaba de protagonizar la Unión Europea yendo a pedir el salvavidas financiero para su agonizante euro al gigante asiático, el cual, para colmo, terminó en una decepcionante negación por parte de Pekín, que advirtió que no será el “salvador” de Europa.La estatal agencia de noticias Xinhua dijo que su país no puede "proporcionar una cura para el malestar europeo".
Pero sí nos ha proporcionado un clarísimo ejemplo del drástico cambio en el balance del poder mundial.
China aclaró sin embargo que no podía permanecer al margen mientras su principal socio comercial se vá a pique, y que posee toda la buena voluntad para con un amigo y socio, pese a las diferencias políticas, económicas y culturales.Obvio: en un planeta globalizado, China es un país multimillonario gracias a inversiones de multinacionales cuyos directivos poseen la nacionalidad de los países que ahora se encuentran al borde del colapso pero cuya única bandera fue, es y será la explotación sin distinciones de raza, credo o religión.
Pero también se hace bastante obvio que China no puede continuar enriqueciéndose si sus compradores se convierten en indigentes, y ésa es la principal paradoja de la globalización, que reflota aquél viejo refrán referente a las culpas del cerdo y de quienes lo alimentan.
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