viernes, 12 de agosto de 2011

LOS NIÑOS VERDES

En el Museo Británico existe una colección de 8.000 documentos con leyendas medievales bajo el titulo de Colección Harley ( apellido de la familia que aportó todo el material ). El manuscrito nº 3875 de dicha colección es una historia relatada por el sexto abad de la abadía de Coggeshall Ralph de Coggeshall que formaba parte del Chronicon Anglicanum del monasterio.
Casi al mismo tiempo, otro monje inglés llamado William de Newburgh, también escribió la misma historia en el monasterio de Yorkshire. Se especula que el abad Ralph, que solía viajar asiduamente por East Anglia, tomó conocimiento de la historia por boca de uno de sus supuestos protagonistas directos, Sir Richard Calne ( como ya veremos más adelante ). y William por su parte, probablemente lo hizo a través de viajeros que se habrían alojado en su monasterio.
Iniciamos este post con esta mención documental histórica de ex profeso, ya que demuestra cuál fue el orígen de esta fantástica leyenda y quiénes fueron sus primeros "guionistas", ya que posteriormente la historia se propagó por toda Europa y varios países (España , Francia y Alemania entre otros ) pretendieron adjudicarse el protagonismo del evento, que se convirtió en una fábula clásica europea a tal punto de generar obras de teatro, temas musicales y hasta el nombre de un grupo de electro-pop.
La historia es relatada por Ralph de Coggeshall de la siguiente forma: Entre 1135 y 1154, Los habitantes de Woolpit en el condado de Suffolk encontraron cerca de la boca de un hoyo a un niño y a su hermana, con el color de la piel teñida de color verde, vistiendo ropas de un estilo y una textura desconocida y hablando un lenguaje que nadie pudo entender.
Los niños se mostraban asustados y desorientados, y fueron conducidos hasta Wilkes, a la morada de un caballero llamado Sir Richard Calne, quien los interrogó amablemente pero no logró entender ni una sóla palabra de sus respuestas, aunque su angustia era evidente y lloraron amargamente ante a él. Los sirvientes del caballero trataron en vano de quitarles el color verde pensando que era un maquillaje, pero finalmente se dieron cuenta que se trataba de la verdadera pigmentación de su piel.
Sir Calne los alojó y les ofreció pan y todo tipo de comida, pero pese a estar evidentemente famélicos, se negaron a comer, hasta que finalmente entre los muchos platos que probaron ofrecerles, les llevaron frijoles, a los cuales parecieron reconocer y se alimentaron con ellos durante largo tiempo sin probar otra cosa.
El estado de salud de ambos era calamitoso, y siempre el varón fue quien se mostró más abatido y lánguido y falleció al poco tiempo, mientras que la niña fue mejorando paulatinamente viviendo muchos años al servicio del caballero y su familia siendo incluso bautizada ( aunque su conducta fue siempre un tanto lasciva y libertina ) y con el transcurrir del tiempo el color de su piel se fue volviendo mas claro hasta adquirir un tono casi normal.
Una vez que se logró que aprendiera a hablar en inglés, la interrogaron sobre su lugar de procedencia y contó que provenía de un mundo subterráneo en el cual todo era color verde y no existían el día y la noche sinó un tono crepuscular constante.
Un día, siguiendo sus rebaños a través de unas cavernas, escucharon el suave y maravilloso sonido de unas campanillas que provenían del mundo de la superficie.
Fascinados por la melodía, ascendieron por la cueva hasta desembocar en nuestro mundo. Al salir, la luz excesiva del exterior y la diferente densidad del aire les provocó un estado de confusión, y caminaron sin rumbo durante un largo tiempo, hasta que los habitantes de Suffolk los encontraron. Trataron de huir, pero no lograron volver a encontrar la entrada de la caverna.
LOS NIÑOS VERDES DE BANJOS, EL REGRESO
En España se popularizó una versión evidentemente tomada de la leyenda inglesa con algunos ingeniosos agregados, que fue promocionada por el famoso escritor francés Jacques Bergier, y luego mediatizada en 1985 por la propia televisión española.
Según esta versión, en agosto de 1887, cerca de una población llamada Banjos, en España, unos campesinos vieron salir de una gruta del lugar a los dos niños verdes, agregándose en esta versión que los mismos tenían un aspecto negroide pero con ojos rasgados tipo asiático.
En este caso fueron entregados a un juez en lugar de un caballero ( adaptaciones necesarias debido a los casi 700 años transcurridos entre ambos relatos ), aunque su apellido era similar al que figura en el documento inglés ( Calno en lugar de Calne ) furcio que denuncia claramente el plagio a la historia original.
También dijeron provenir de un país subterráneo ( en este caso agregaron que estaba iluminado por unas bolas solares ) y en esta versión enriquecida se relata que se mandó llamar a unsacerdote políglota que llegó desde la Universidad de Barcelona para tratar de entender el idioma de los niños, que su piel estaba compuesta por fibras desonocidas para la ciencia y que no tenían páncreas y poseían un solo pulmón.
En esta versión los niños explicaron que su país estaba separado de nuestro mundo por un gran río, que un maremoto inundó sus tierras y que habían escapado hacia el exterior por una gruta para salvarse de morir ahogados.
Evidentemente, la leyenda rural inglesa se extrapoló hasta España ( al igual que ocurrió con otros paises de Europa, como Francia y Alemania ) como un hecho real, donde luego echó sus raíces a nivel folklórico, pero es totalmente falsa: el pueblo llamado Banjos jamás existió, el sacerdote barcelonés tampoco y los archivos de la Universidad de Barcelona no poseen ninguna investigación archivada al respecto. Se investigó además diferentes lugares con una raíz etimológica próxima a "Banjos" (Bancó, Bajol, Banyoles, cap de Banyos, Bango, Banya, Banyeres, Banyó, Banyuls ) pero ninguno guarda registro, vestigio oral o pista alguna sobre el suceso.
Se trata a todas luces de una simple adaptación de la leyenda inglesa.
Respecto a la autenticidad de la historia en sí, hay quienes no dudan en aseverarla, explicando que los niños provenían de un mundo secreto que se esconde en las entrañas de la tierra, mientras otros intentan teorías menos audaces, como el hecho de que los niños podían proceder de alguna comarca lejana que hablara un dialecto que los habitantes de Woolpit no comprendieran ( en Europa abundan los dialectos y algunos son realmente incomprensibles para habitantes de zonas más o menos alejadas entre sí ) o que se tratase de hijos de inmigrantes.
La gente en Suffolk tiene su propia teoría: que un conde medieval de Norfolk ( una comarca vecina a la suya ) que tenía a su cargo los niños, trató de envenenarlos con arsénico para que no heredaran el control de sus tierras, y los abandonó en la frontera con Suffolk. El envenenamiento por arsénico puede poner la piel de color verde y justificaría su languidez y desnutrición, mientras que su vuelta a una alimentación adecuada explicaría que su progresiva desintoxicación le devolviera a su tez un color normal.
Una teoría aceptable pero no menos imaginativa que la fábula en sí.
El color de los niños puede ser explicado también por un tipo de anemia provocado por una dieta deficiente llamada clorosis múltiple, conocida como la “enfermedad verde” por el tono verdoso que adquiere la piel de los que la padecen.
Las fábulas utilizan muchos elementos arquetípicos característicos ( que no invalidan ni autentican su veracidad ) y aquí llega la inevitable pregunta: ¿fue ésta una fábula o una simple distorsión de la realidad?. Y he aquí nuestra inevitable respuesta:Los seres humanos adoramos las leyendas y las fábulas, pero sólo en lo que atañe a nuestra feroz preferencia de lo anecdótico sobre lo empírico, cuando decidimos abordar el conocimiento desde la corteza de sofisticación intelectual con apariencia eterna que hemos levantado en nuestras grandes urbes hasta hacerlas aparentar libres de vacío.
Sin embargo, la mente humana padece trastornos cuando entra en contacto con la realidad falazmente llamada “fantástica”: opone tenaz resistencia inmediata a aceptarla como hecho empírico.
Disfraza esta actitud de intelectualismo, pero en lo profundo es sólo miedo. Miedo a la incertidumbre y a reconocer que se vive en un mundo dominado por lo extremo, lo desconocido y lo muy improbable.Este miedo profundo nos lleva a intentar domesticar la incertidumbre que esta certeza provoca en nuestra mente, porque a la vez nos coloca desamparados como en el momento de nacer, porque no tenemos defensa contra eso.Esta observación debería llevarnos a ver que lo que no sabemos ( en este caso, de las fábulas ) es siempre más importante que lo que sabemos, por lo cual de ninguna manera rechazamos la autenticidad de ésta ni de otras leyendas, aunque sin perder nuestro sempieterno semiescepticismo tendencioso, que es el mismo que aplicamos a la realidad cotidiana, con el cual aceptamos incluso el hecho de que NO TEORIZAR sobre su empirismo ES un acto, y teorizar podría eventualmente convertirse en sólo una trastornada opción por defecto.Una fábula o una leyenda no se diferencia en absoluto de la realidad: al igual que ella, sólo muestra la consecuencia, lo que se evidencia, pero nó el guión que lo provocó, pero a la vez, sabemos que DE NINGUNA MANERA puede significar que dicho guión no exista.
¿Qué estoy exagerando?. Veamos: ¿acaso lo ocurrido en el World Trade Center,o con las religiones masivas impuestas por un judío disidente o unos jinetes musulmanes no habrían sido consideradas auténticas fábulas, locas leyendas, antes de que pasaran?.Pero una vez ocurridas, pusimos todo un esfuerzo intelectual tendencioso y poco objetivo para demostrarnos a toda costa que no eran tan disparatadas.
Inventamos los cuentos y las fábulas necesarias que pudieran amoldar y achicar un gigantesco hecho imprevisible y fantástico para que pueda volver a caber dentro del tonto mundo de las minucias donde nos empecinamos en permanecer mentalmente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La incertidumbre es nuestra certeza más verde...!
Si, verde como nuestra verde esperanza...

Sds! Los enanitos verdes (ja!)

Anónimo dijo...

Yo, desde que planifico mi incertidumbre con Nexus7 deje de tener problemas de cualquier color! Jajaja

La Redonda dijo...

Está claro nuestro desamparo desde el momento en que nacemos, un desamparo interno e inevitable, un vacío primigenio que a lo largo de toda nuestra infancia se va llenando gracias a que siempre existe alguien que nos cuenta un cuento para dormir con menos miedo.

No importa cuán mentales, intelectuales o empíricos nuestro miedo nos exija ser, no podríamos vivir sin las fábulas, las leyendas, lo fantástico.

Creer o no es una decisión personal, he ahí nuestro libre albedrio…!! (ejemplos en la cotidianeidad de nuestra existencia sobran!)

Cualquier recorte histórico de nuestra realidad contado a quien no pertenece a la misma resultaría ser la más fantástica de las leyendas o fábulas.

Y el empirismo detractor, enojado y obsesionado en desmentir lo fantástico, es, en sí mismo, tan o más fantástico, es también una fabulosa leyenda.

Negarlo ya no demuestra miedo, sino terror, es tan ridículo como si alguien solo fuera al cine contra garantía de que todo lo que sucede en la pantalla es real y comprobable.

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