En el ex Sahara Español, actualmente dividido entre Marruecos, la República Arabe Saharaui Democrática y Mauritania, se extienden a lo largo de varios cientos de kilómetros entre El Aaiún y la frontera con Argelia, un total de 17 enormes grabados, que constituyen hasta ahora los más colosales geoglifos que haya conocido la historia.
Obviamente, sólo pueden apreciarse en toda su magnitud desde el aire y presentan dos tipos de dibujos diferentes: las “moscas”, de un tamaño de unos 50 metros cada una, que presentan dos alas redondeadas, una franja negra en medio que las separa y una especie de cabeza negra de forma triangular, y los “boomerangs” que tienen un kilometro y medio de longuitud con su parte delantera de forma triangular y de aspecto oscuro, con dos líneas delgadas y largas partiendo desde allí.
Trasladadas a un mapa, se descubre que los “boomerangs” actúan como flechas señaladoras de dirección para ser vistas desde las alturas.Todas ellas apuntan en dirección al oeste geográfico, es decir hacia el interior del atlántico.
Por su parte, las “moscas” apuntan de noroeste a oeste es decir directamente hacia las Islas Canarias.
Esto hace bastante obvio el hecho de que en el momento en que fueron creadas integraban un mecanismo de navegación y señalización de una civilización que volaba sobre la tierra y sus señales estaban indicando los asentamientos mas importantes que poseían en aquel entonces.
En las cercanías, en un enclave llamado Sluguilla Lawaj, un grupo de arqueólogos españoles encontró pinturas rupestres al aire libre de hasta cuatro metros de altura y con formas antropomorfas volando o flotando, y otras similares a los zepelines modernos, boomerangs e insectos y animales vistos de manera cenital que podrían tener una relación directa con la cultura que creó los gigantescos geoglifos.
Aviones españoles peinaron la zona durante las décadas del 60 y 70 tomando miles de fotografías que se encuentran sepultadas entre los archivos del Ejercito del Aire.
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