Por dos siglos habrían estado ocultos en una cueva frente al mar de Galilea. Son 70 códices de metal de muy pequeño tamaño, sellados por todas partes. La forma en que están obturados dá a entender que su apertura estaba prohibida, o sólo permitida a muy selectos lectores, por contener información sagrada. ( un libro hermético de estas características se menciona en el Apocalipsis de la Biblia católica ).En el frente, aparecen dos rostros humanos: uno de frente y el otro de espalda, representados en tres dimensiones. Uno parece tener barba y el otro nó.
Incluso la huella digital del fabricante se puede ver en la impresión de plomo. Debajo, un texto posiblemente en hebreo antiguo, fenicio o algún otro dialecto aún sin descifrar ( en la época en la cual aparentemente fueron escritos, pululaban en la zona cientos de sectas cada una de las cuales hablaba su propia lengua y no existía un idioma unificado ). Una de las pocas frases aparentemente traducidas hasta ahora diría: «Salvador de Israel".Cada códice contiene un promedio de ocho o nueve páginas con imágenes de ambos lados y atados con enlaces de anillos de plomo. Muchos están severamente corroídos, pese a lo cual han logrado ser abiertos con extremo cuidado. El contenido predominante son las imágenes, con muy poco y escueto texto. Una de las placas se ha interpretado como un mapa esquemático de la Jerusalén cristiana.El propietario exclusivo de este hallazgo es el próspero operador beduino de una empresa de transportes Hassan Saida, que vive en la aldea árabe de Umm Al-Ghanim, Shibli, y es considerado en el pueblo como un hombre rico. Saida se niega terminantemente a vender el libro ( ha recibido ofertas multimillonarias de coleccionistas de todo el mundo ) y sólo aceptó que dos muestras fueran enviadas a Inglaterra y Suiza respectivamente para un estudio de autenticidad ( él ya había intentado autentificarlos a traves de Sotheby’s en 2007, que los rechazó por procedencia dudosa, y de la Autoridad de Antiguedades de Israel, que dijo que eran falsificaciones ).Los resultados de este estudio conjunto realizado por ingleses y suizos concluyeron que las hojas metálicas son consistentes con las aleaciones de plomo producidas en aquella época, que el orígen de los metales es el Mediterráneo y que la corrosión en los libros era poco probable que haya podido ser falsificada en épocas modernas. A partir de este último análisis, fue que estos enigmáticos libros metálicos ganaron notoriedad pública, convirtiéndose a la vez inmediatamente en causa de discrepancias político/religiosas y de cautelosas reservas sobre su autenticidad y orígen por parte de la mayoría de los arqueólogos del mundo.Estos códices ( que según algunos entusiastas estudiosos bíblicos podrían ser un hallazgo sin precedentes para el cristianismo ) aparentemente fueron encontrados originalmente junto con otros artefactos en Saham, Jordania, cerca del límite con Israel y Siria, hace cinco años.
Una gran inundación habría dejado al descubierto en la montaña una gran piedra angular, que al ser removida descubrió una cueva con numerosos nichos incrustados en las paredes, cada uno de los cuales contenía un manuscrito ( todo esto, según el relato de su actual propietario).Es muy importante mencionar que en esa zona la venta de hallazgos arqueológicos es prácticamente la única posibilidad de hacer una diferencia económica importante, y por ello abundan allí verdaderos expertos en falsificación, como así también en fabricar geniales y coherentes historias sobre sitios de donde son originarios los supuestos hallazgos y que suelen dar a uno o varios grupos religiosos las pruebas corroborativas que desean encontrar para confirmar sus creencias.
El lugar mencionado en este caso ( además de encontrarse a no más de 150 kilómetros de Qumran, ciudad donde se descubrieron los míticos rollos del Mar Muerto ) es precisamente un polo de culto y de epopéyicas historias bíblicas: en el mismo radio se encuentran las aguas termales Jamat Gader, lugar de culto milenario de los israelíes y refugio secular de víctimas de persecuciones por parte del imperio romano.La imagen que algunos creen identificar como el propio rostro de Jesucristo, es un hombre barbudo joven con largo cabello rizado, un “look” tan común en aquellos tiempos como ahora lo puede ser el apellido Martínez en la guía telefónica de España. Pero para algunos historiadores bíblicos, que creen ver en el entorno de la figura una corona de espinas, no hay duda alguna de que se trata del primer retrato verdadero de Jesucristo, posiblemente hecho por alguien que lo conoció en vida, y tal vez integrante de las primeras sectas mesiánicas judías, muy afines a la iglesia cristiana primitiva.Pero también existe una respetable teoría alternativa presentada por Robert Pluma ( un eminente estudioso de los Rollos del Mar Muerto ) quien dice que pueden estar conectados a la rebelión de Bar Kojba de 132-136AD, la tercera gran rebelión por los Judios de la Provincia de Judea y la última de las guerras judeo-romanas, que estableció un estado independiente de Israel en partes de Judea, ya que los seguidores del rabino Simón Bar Kojba, el comandante espiritual de la revuelta, también lo aclamaron como Mesías, y lo convirtieron en una figura heroica que podría restaurar a Israel. Bar Kojba sentó las bases de un judaísmo místico que hoy se conoce como Kábala, y Pluma está convencido de que parte del texto en los códices llevan el nombre de Rabi Bar Iojai.
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