Dijo el famoso arqueólogo contemporáneo Michael Heckenberger ( que junto con su equipo descubrió las ruinas de la Región del río Xingú, en Brasil):
“Los antropólogos cometieron un error: entraron en el Amazonas en el siglo XX y como encontraron sólo pequeñas tribus muy poco evolucionadas, dijeron: 'Bueno, esto es todo lo que hay."
“El problema que no supieron ver fue que, para ese entonces, muchas poblaciones aborígenes ya
habían sido eliminadas por el holocausto que significó el contacto con los europeos”. (Irónicamente, fueron esos mismos europeos, causantes del exterminio quienes no pudieron ver el cuadro completo creado, o mejor dicho modificado, por ellos mismos).
“Pero los recuerdos ancestrales aborígenes, no pudieron ser eliminados, y éstos describían una Amazonia con asentamientos masivos, culturas resplandecientes y gigantescas obras arquitectónicas cubiertas de oro, que no se pudieron encontrar, porque habían sido aniquiladas casi todas las fuentes capaces de informar sus ubicaciones.”
La historia escribe su continuidad y sólo con saber mirar, podemos ver el pasado en el presente, y viceversa.
Procedentes de distintos continentes y culturas, nos llega desde la antiguedad lo que provoca en nuestro cerebro un colapso espacial y temporal de las distinciones y las diferencias, una aparente distorsión perversa de la naturaleza, pero sin embargo, haciendo foco correctamente, podremos ver el otro lado del espejo, el cual nos está anunciando la paradoja de que pasando por alto el pasado…llegaremos al pasado.
Desde nuestra oveja clonada, nuestra incipiente mecánica cuántica y nuestros jardines transgénicos, arqueólogos como Michael Heckenberger parecen poder comenzar a mirar el increíble entramado de las civilizaciones antiguas, hasta ahora tan cubiertas de maleza como los cerebros de quienes las “estudiaban”.
Es así que comienzan a “aparecer” las huellas de otros mundos, de muchos otros mundos, todos dentro de éste.
En Calcoene, en el estado de Amapá, en pleno Amazonas brasilero, un grupo de arqueólogos descubrió en lo alto de una colina una alineación de 127 bloques de granito de hasta tres metros de altura dispuestos a intervalos regulares formando una corona
de treinta metros de diámetro constituyendo aparentemente un observatorio astronómico de miles de años de antigüedad.
La arqueóloga Mariana Petry Cabral , del Instituto de Investigaciones Tecnológicas de Amapá ( IEPA ) dijo al diario ’O Globo’ que “sólo una sociedad de cultura compleja podría construír algo semejante. Estamos contemplando los restos de una cultura muy sofisticada.”
Los arqueólogos todavía son incompetentes para determinar su antigüedad y para determinar quiénes y cómo desarrollaron la tecnología necesaria para cortar y transportar las piedras. Por ahora, sólo lograron descubrir uno de los mecanismos de su funcionamiento: en Diciembre, al comenzar el solsticio de invierno, el sol pasa exactamente a través de un orificio de uno de sus bloques.
Para los investigadores del IEPA, el monumento puede considerarse
como un equivalente de Stonehenge, el famoso conjunto de monolitos situado en Salisbury, en el sur de Inglaterra, del cual hasta ahora también se desconoce sus funciones, cómo se logró montar allí y quién lo erguió.
La Construcción Amazónica encierra los mismos misterios, afirmaron loa arqueólogos.
Si bien la existencia del monumento era conocida desde hace muchos años por la población local, cobró relevancia a partir de un relevamiento económico del área que realizaron en conjunto el IEPA y la Secretaría de Industria, Comercio y Minería, en el cual a través de un mapeo geológico fue detectado por los estudiosos debido a la particular alineación de sus piedras.
Esto es sólo el comienzo de lo que poco a poco disipará definitivamente la descabellada creencia de que el Amazonas jamás fue habitada por sociedades desarrolladas, y no sólo la disipará, sinó que paradójicamente gracias a la impenetrabilidad de la selva, sus secretos se habrán conservado tan intactos ( salvo por el paso del tiempo ), tan sanos y a salvo de los conquistadores y la iglesia, que podrán ser capaces de evidenciar mejor que en ninguna otra parte del planeta el orígen de todas las civilizaciones.
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