La reflexión, en definitiva, es acerca del propio ser humano: todo progreso tecnológico, cuando no está entrelazado con una conciencia ética como en nuestra actual civilización, genera beneficios y potenciales peligros.
Desde la bomba atómica, este hecho se ha vuelto gigantescamente evidente ( aunque existe desde muchos siglos antes ).
En los últimos años, se han producido enormes avences en el desarrollo de la interfaz cerebro-ordenador, que significa una importante esperanza para personas con discapacidades físicas e incluso para lograr que se comuniquen personas en estado de coma, como se ha logrado recientemente.
Pero, inevitablemente, el progreso de esta tecnología también generará la posibilidad de un control total del cerebro, hasta el punto de poder llegar a convertir a alguien en una perfecta máquina asesina, según reflexiona el sitio web Wired.com.
‘Hackers’ podrían tomar el control absoluto sobre una persona convirtiéndola en un arma controlada mentalmente, volviendo a un soldado contra su propia tropa o induciéndolo a transmitir información confidencial al enemigo.
Organizaciones como la estadounidense DARPA están invirtiendo en estudios de procesos neurales y tecnologías biónicas que podrían culminar en una unión entre neurociencia y sistemas militares, agregando a los dominios militares ya existentes ( tierra, mar, aire, espacio,ciberespacio ) el del cerebro humano.
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