Enver Kurbánov, un alumno de una escuela del pueblo Bolshoye Isákovo, en la región rusa de Kaliningrado montó literalmente sobre sus rodillas una central eléctrica que genera energía a partir de la lluvia, cuesta 80 rublos (unos 2,5 dólares) y produce energía suficiente para cargar 300 móviles.
Si en cada canalón de desagüe de su escuela se instalase una central de este tipo, la cantidad de energía obtenida sería suficiente para abastecer un aula con el 20% de la energía necesaria, explicó el jóven inventor. La invención tuvo tanto éxito que incluso los expertos de Skolkovo, el centro innovador de tecnología ruso situado en la región de Moscú, se interesó por ella, y le harán a Kurbánov una oferta de colaboración.
Si en cada canalón de desagüe de su escuela se instalase una central de este tipo, la cantidad de energía obtenida sería suficiente para abastecer un aula con el 20% de la energía necesaria, explicó el jóven inventor. La invención tuvo tanto éxito que incluso los expertos de Skolkovo, el centro innovador de tecnología ruso situado en la región de Moscú, se interesó por ella, y le harán a Kurbánov una oferta de colaboración.
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