jueves, 7 de junio de 2012

DESCUBREN EN BULGARIA VAMPIROS CON ESTACAS CLAVADAS EN SUS PECHOS

 
Un grupo de arqueólogos búlgaros perteneciente al Museo Histórico Nacional halló el esqueleto de dos supuestos vampiros cerca de un monasterio en la ciudad de Sozopol, que datan de la Edad Media y fueron clavados con estacas de hierro,  de los cuales obviamente no se puede saber si en vida bebían sangre, pero sí que fueron objeto de una antigüa tradición pagana medieval según la cual a las personas que habían sido malas en vida eran enterradas con una vara de hierro o madera clavada en su pecho. 
Además, según la tradición que existía en las aldeas búlgaras hasta las primeras décadas del siglo XX, las tumbas de los aldeanos 'malos' se sellaban con clavos, para evitar que  los muertos vagaran por las noches, convirtiéndose en vampiros.
Casos similares se registraron en otros países de los Balcanes, sobre todo en Serbia. En 2004 el arqueólogo Petar Balabanov encontró seis esqueletos de supuestos vampiros que se remontaban al siglo IV.
El mundo de los mitos y leyendas está lleno de historias de vampiros, siendo una de las  más conocidas  la del Conde rumano Vlad Tepes, que empalaba a sus enemigos y luego se bebía su sangre, cuya insólita figura inspiró al escritor Bram Stocker para crear al famoso Drácula. 
En la vida real existen personas con enfermedades raras como la displasia ectodérmico hipohidrótica congénita, que hace siglos, cuando no se conocían las causas, podrían haber sido ser objeto de estos mitos. Esta enfermedad  impide transpirar, por lo cual no se puede reducir la temperatura corporal y además provoca anomalías cutáneas, escasez de pelo, manchas corporales, ojeras marcadas y malformación dental.
Los vampiros era a menudo aristócratas o clérigos y lo curioso es que hasta hace poco no se conocía ninguno que haya sido mujer, pero el mes pasado investigadores italianos descubrieron los que se cree eran los restos de una mujer vampiro en la pequeña isla de Lazzaretto Nuovo en Venecia, enterrada con un ladrillo atascado entre sus mandíbulas ( ver foto abajo ) como parte de un rito de exorcismo.
La sucesión de plagas que asolaron Europa entre los años 1300 y 1700 fomentó la creencia generalizada en los vampiros, debido principalmente a que la descomposición de los cadáveres no era bien comprendida,  y al reabrirse fosas comunes a veces los sepultureros observaban cuerpos hinchados por los gases, con sangre manando de su boca, su  pelo aún creciendo, o sus mortajas degradadas a la altura de la boca por las bacterias bucales, y creían que aún estaban vivos y que se habían comido sus propias mortajas .
Esta última creencia formó parte del ritual practicado a la mujer vampiro de Venecia: para matar un vampiro había que remover la mortaja de su boca, que era su alimento como la leche lo es en un niño, y poner algo incomible allí.
Otro aspecto de la creencia era que durante los primeros cuarenta días posteriores a su transformación podía ser destruído  por un Vampiridzhija, un cazador de vampiros profesional o, alternativamente, si era devorado por un lobo.

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