Esperma de ratón fue cultivado exitosamente fuera de su cuerpo a partir de unas pocas células en dos laboratorios que están trabajando intensamente para recrear cuanto antes los resultados en seres humanos.
El esperma cultivado resultó apto para ser utilizado para crear bebés ratones, y no se detectó ningún tipo de daño genético.
Científicos alemanes e israelitas son los responsables de este revolucionario avance en el tratamiento de la fertilidad que podría lograr que hombres infértiles puedan ser padres de sus hijos, en lugar de utilizar un donante de esperma, ya que afirman que la misma técnica, utilizando “células germinales” ( que son las responsables de la producción de esperma ) extraídas de los testículos, podría ser eventualmente aplicada en humanos.
La primicia mundial fue dada a conocer por el director del equipo alemán, profesor Stefan Schlatt, de la Universidad de Münster en Alemania, quien explicó que cultivaron el esperma que rodea las células germinales con la utilización de un compuesto especial llamado gelatina agar, capaz de crear un ambiente similar al de los testículos.
Por su parte, en la Universidad Ben Israel también lograron el mismo éxito y allí el Profesor Mahmoud Huleihel, expresó que cree firmemente que finalmente será posible el cultivo rutinario en laboratorio de esperma masculino, experimento que ambos equipos, el israelita y el alemán, ya han comenzado y en el cual se proponen utilizar un ratón como huésped del esperma humano obviamente chequeando que no haya células de ratón presentes en la posterior extracción del semen.
El problema de la infertilidad masculina ha crecido en los últimos 50 años y se ha visto acompañado por una disminución enorme del número de espermatozoides en los hombres, lo cual se ha atribuído mayormente a factores ambientales como la contaminación y a las hormonas femeninas que aparecen en los envases de plástico:
las bebidas u otros productos alimenticios provenientes de botellas plásticas afectan el sistema endocrino por estar contaminadas con estrógenos, hormonas femeninas responsables de fuertes características sexuales, según surgió de estudios publicados en la revista Environmental Science and Pollution Research y son una de las mayores fuentes de contaminación xenohormonal de la civilización moderna.
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