jueves, 24 de noviembre de 2011

EL UNIVERSO MAGNÉTICO

A todos sobresalta escuchar fuertes ruidos, especialmente a aquellos que están durmiendo.
A medida que los métodos y progresos tecnológicos han ido haciendo posible leer el macrocosmos, se han hecho más y más estridentes los ruidos que fastidian a quienes han construído la actual cosmología científica, la ciencia contra natura.
De estas exploraciones se desprende un hecho extraordinario: el electromagnetismo debería ser considerado la fuerza primal que delinea, mueve e ilumina las galaxias, y la gravedad como un fenómeno menor supeditado a él, o simplemente uno de sus asistentes.
Sin embargo, la ciencia dominante lo vé exactamente al revés: ha definido el universo en torno a la débil fuerza de gravedad como si actuara en un universo eléctrico estéril, y salvo honrosas excepciones, ha intentado incluso ignorar los efectos cósmicos del electromagnetismo.
Esta visión la ha obligado a inventar y enunciar fantasiosas manifestaciones energéticas que puedan continuar justificando su estructura falaz.
La fuerza eléctrica entre partículas cargadas es de unos 39 órdenes de magnitud, o sea mil billones de billones de billones de veces más fuerte que la fuerza gravitatoria. En términos comparativos, la gravedad es incomprensiblemente débil.
¿Un ejemplo muy simple?: un imán de mano es capaz de levantar una pequeña esfera metálica en contra de la gravedad total de la Tierra.
Cualquier sistema gravitatorio con más de dos cuerpos en órbita es inestable.

Sin embargo, la pregunta que no se hizo la ciencia oficial ( porque no quería escuchar la respuesta ) fue: si no es la gravedad, ¿ entonces…qué produce la estabilidad del sistema solar?.
Los muy pocos representantes científicos ( como el brillante cosmólogo Hannes Alfven, Premio Nobel de Fisica ) que entienden el universo en la dirección correcta, siguen una concepción llamada “cosmología del plasma”,
la cual ya comenzó a dar respuestas pragmáticas en el campo científico y a contestar con sencillez muchas preguntas complejas de quienes se niegan a integrar el electromagnetismo a la incompleta e inexacta explicación de la atracción de la fuerza de gravedad: los cinturones de Van Allen, los atributos electromagnéticos de la magnetósfera, la estructura de la cola de los comentas, y muchos más.
Las consecuencias y las posibilidades de este universo inverso a nuestra actual civilización construída tecnológicamente contra natura, son tan peligrosas como revolucionarias.
En primer lugar, los científicos oficiales deberían reconocer su absoluta ignorancia sobre el universo, su edad, su extensión y sus orígenes quedando como tontos ( que es lo que son ), incluyendo la estúpida e infantil fantasía simplista que llamaron Big Bang ( ya el astrofísico norteamericano Halton Arp demostró que no existe tal expansión del universo, y le costó tener que exiliarse de su país ).
Genios como Nikola Tesla o Edward Leedskalnin comprendieron esta mecánica que originó la arquitectura megalítica de los antiguos, la razón tecnológica de las pirámides y demás catalizadores energéticos pero fueron ignorados, perdiendo el mundo una fantástica posibilidad de saltar exponencialmente hacia el futuro…o hacia el pasado remoto.
Su tecnología se basaba, al igual que la Ciencia Madre, en imanes gigantescos y la emisión de electricidad a través del suelo.Esta forma de emitir energía no es compatible con nuestros sistemas electrónicos y medios de comunicación actuales, por el contrario, son su némesis.
Como bien se sabe, los imanes no deben ser puestos en las cercanías de los equipos electrónicos: si recreáramos actualmente una modesta “Antena Tesla” y la encendiéramos dentro de cualquier ciudad, automáticamente provocaría estática e interferencias en televisión, líneas telefónicas, computadoras, GPS y todo aparato electrónico.
Imagínense si montáramos y pusiéramos a andar uno de sus últimos proyectos, la futurista “ torre Wardenclyffe", que hacía obsoletas sus propias invenciones anteriores e iba a suministrar luz gratis a toda Nueva York!!.
Ingresar en la comprensión de esta mecánica universal que denuncia una espectacular conexión intergaláctica, significa derrumbar la escolástica medieval restaurada en la ciencia durante el siglo 20: las estrellas no son artefactos termonucleares, son transformadores eléctricos, y por ende la teoría de la evolución termonuclear no le es aplicable.
La progresiva evidencia del comportamiento eléctrico del macrocosmos, irá poniendo en evidencia cientos de falacias de los científicos en sus teorizaciones sobre el microcosmos, donde sólo se puede experimentar en laboratorios acondicionados ( y por ende, condicionados ) pero nó sobre su comportamiento real dentro de su física contextual empírica.
La "cosmología del plasma" postula que la mayor parte de la materia en el universo está constutuída por plasma, el cual se origina cuando un electrón cargado negativamente se separa de los átomos de su anfitrión convirtiéndose en un gas y dejando los átomos con carga positiva.
Los electrones cargados negativamente más los átomos con carga positiva (conocidos como iones positivos) quedan entonces libres de moverse por separado bajo la influencia de un voltaje aplicado o campo magnético.
Su movimiento neto constituye una corriente eléctrica circulando helicoidalmente en dos direcciones opuestas y equilibradas, una contra la otra.
Por lo tanto, una de las propiedades más importantes del plasma es que puede conducir la electricidad, y lo hace mediante la formación de filamentos que siguen las líneas del campo magnético de manera espiralada .
Estos modelos filiformes se encuentran omnipresentes en el cosmos, y los antiguos los simbolizaban con serpientes.
Ellos utilizaban un poder global limpio ( nó perjudicial para la salud como nuestras antenas y demás emisores electrónicos ), utilizando su arquitectura megalítica para aprovechar de manera natural las mismas fuerzas electromagnéticas que mueven la brújula y la vida.
Interconectados en un mundo globalizado ( que es lo que soñó Tesla hacer con sus antenas Wardenclyffe ), todo el planeta era un campo de carga inalámbrico para máquinas, casas, vehículos y viajes inimaginables para nosotros y sumamente sencillos para ellos: recuerden que utilizaban una energía mil billones de billones de billones de veces más fuerte que la fuerza gravitatoria y que además era capaz de atravesar absolutamente cualquier cosa en el micro o macrocosmos.
Pero la creación cósmica está sostenida por fuerzas que podrían igualmente desmoronarla, y como siempre ocurre ( y ahora nosotros estamos en condiciones de comprender ), las tecnologías más avanzadas son a la vez las más susceptibles de desaparecer sin dejar rastros: centrales de energía, aparatos de telecomunicación, armas y todo instrumento tecnológico fundado en el mismo principio energético, pueden estallar originando una reacción en cadena, sin dejar rastros que den testimonio de su grandeza y dominio de los grandes secretos ocultos en el seno de la materia.
Todo volvió a empezar a partir del apocalipsis que sacudió el planeta 12.000 años atrás, y ese mundo inalámbrico se desintegró en el silencio de sus transmisores destruídos.

1 comentario:

La Redonda dijo...

Es inevitable, somos una especie que sistemáticamente rechaza el futuro por aferrarse a la ilusión de un presente que lo esclaviza a cambio de ficticias certezas.

El precio de la libertad y de la evolución es la fe en la incertidumbre, en aquello que no podemos comprender, pero que siempre está dispuesto a guiarnos por el sendero adecuado.

Un precio demasiado alto para una especie que se siente el centro del universo.

No hay dudas, la gravedad la tenemos en el cerebro.

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