jueves, 13 de octubre de 2011

¿RUMBO A UNA MINI EDAD DEL HIELO?

PARADOJAS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL
¿Calores ó fríos extremos ?...predicciones aparentemente contradictorias que sin embargo pueden conllevar una muy compleja sincronicidad.
La quema de combustibles fósiles que estamos provocando libera dióxido de carbono, el cual a su vez actúa como un gigantesco efecto de calentamiento planetario, y dentro de este contexto parecería imposible que en los pronósticos se esté incluyendo un congelamiento.
Ningún ser humano puede aspirar seriamente a comprender lo que está pasando, pero las Oficinas Meteorológicas están utilizando los ordenadores más potentes que jamás se hayan construído para intentar un aproximamiento.
Se especula conque los cambios en la actividad solar y en las grandes corrientes que gobiernan los sistemas meteorológicos puedan vincularse de tal manera que los efectos del calentamiento global puedan generar, paradójicamente, una mini-edad de hielo.
En nuestro proceso de calentamiento global no debemos dejar la estabilidad del sol fuera de la ecuación, ya que su influencia es mayúscula, y no tan estable y predecible como acostumbramos a considerar: sus ciclos activos de once años de duración cada uno
tienen picos altos y bajos en cuanto a manchas y llamaradas solares suficientemente poderosas como para provocar notables cambios en La Tierra, y esta última década está plagada de preocupantes excepciones a la regla en cuanto al comportamiento del sol.
Esto en lo referente a su microactividad, y en cuanto a las macro-manifestaciones, John Eddy, del Centro Nacional Atmosférico de los Estados Unidos, asevera que la intensidad solar cambia en ciclos de 2500 años.
Un estudio reciente estableció la posible relación entre estos ciclos y la intensidad de los rayos cósmicos, que a la vez influyen en las temperaturas y las formaciones de nubes.
Esta semana, la revista Nature Geoscience publicó un trabajo de los científicos del Met Office en la cual se demuestra que los cambios en la intensidad de la radiación ultravioleta solar tiene dramáticos efectos sobre la atmósfera superior, que a la vez genera efectos igualmente dramáticos en el suelo.
Una prueba de ello son los inusuales fríos recientes, los cuales pueden haber sido originados, en parte, por un sol extremadamente activo, que interactuó con corrientes como El Niño o La Niña, enmascarando, al menos en el corto plazo, los propios efectos del calentamiento global con climas gélidos en todo el hemisferio Norte.
Esto permite presuponer un pronóstico de extremos inviernos dentro de un mundo más cálido, aunque sería una tendencia que iría declinando progresivamente.
La situación ya se produjo entre los siglos 13 y 18 ( con una extraordinaria escasez de manchas solares ) donde se registró una mini-edad de hielo, aunque en aquel caso no tuvo consecuencias más nefastas debido a que nuestra civilización tecnológica todavía estaba en sus comienzos y no había consumado aún la destrucción de la biodiversidad y los ecosistemas.
En el año 1859 se produjo la interacción más violenta e intensa que jamás se haya registrado entre la actividad solar y la Tierra.
La tormenta solar fue la más potente registrada en la historia, y a partir del 28 de agosto, se observaron auroras boreales en Italia, España, toda América del Norte y hasta en el Caribe. El pico de intensidad tuvo lugar entre el 1 y el 2 de septiembre, y causó el colapso de los sistemas de telégrafos en toda Europa y América del Norte.

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