miércoles, 19 de octubre de 2011

FIN DEL MUNDO: SU CEREBRO NO LE PERMITIRÍA CREER QUE EN REALIDAD PODRÍA SUCEDER

Si Usted piensa que creer que el fin del mundo nunca podrá suceder es ser realista, lamentamos informarle que está completamente equivocado.
De hecho, se trata de una peculiaridad del cerebro humano, recientemente explorada por un grupo de neurocientíficos, que nos impide ajustar nuestras expectativas sobre el futuro incluso ante una importante evidencia de que cosas muy malas estén a punto de suceder.
Un grupo de investigadores de Alemania y el Reino Unido diseñaron un test psicológico bastante complejo para determinar cómo las personas preven los eventos negativos del futuro.
Seleccionaron 80 diferentes eventos perturbadores ( pero hipotéticos ), como contraer una enfermedad mortal, ser atacado o ser abandonado por su pareja y se les solicitó a los voluntarios que se sometieron a la prueba que evaluaran las posibilidades de que esas cosas le ocurran. Los resultados estadísticos arrojaron que en algunos casos se sobreestimaron las probabilidades, mientras en otros se subestimaron.
En una segunda prueba, mantuvieron la misma selección de calamidades pero esta vez se les informó sobre sus posibilidades reales de sufrirlas y se les pidió que las evalúen como si sucedieran en la realidad.
Curiosamente, se encontraron con que la gente tuvo muchas más dificultades para ajustar sus expectativas si la probabilidad estadística en el mundo real era más alta que lo que habían supuesto en primer lugar, aumentando considerablemente la tendencia a moldear sus creencias a un desenlace favorable y minimizando los pronósticos agoreros.
Como los investigadores aplicaron un IRMf a los voluntarios durante las pruebas, pudieron comprobar qué partes del cerebro se activaban cuando recordaban ( o nó ) que deberían enfrentarse a una horrible calamidad.
Esta medición mostró que esta especie de optimismo se interrelaciona con la disminución de la codificación de información indeseable en una determinada región de la corteza frontal ( IFG ) sensible a las estimaciones negativas y por lo tanto muestra una discapacidad cerebral concreta para el pesimismo, generando un evidente desbalance a favor de un poco realista positivismo,
el cual es, en definitiva, un error neurológico que nos impide recordar la parte de la información que acrecentaría nuestras posibilidades de morir o ser heridos.
Por lo tanto, esta patología impediría que alguien crea que el apocalipsis le vá a pasar a él, y el cerebro humano procesaría el fin del mundo como un imposible, activando los mecanismos antes descriptos.
Sin embargo, ( siempre según este estudio ) existe una interesante excepción a esta regla: la depresión.
Las personas que constantemente ofrecen estimaciones precisas de las cosas malas que les pueden suceder, son las consideradas clínicamente deprimidas. Vaya paradoja!...

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