martes, 30 de agosto de 2011

EL MIT PRESENTÓ DOS INFORMES PARA LOGRAR LA REDUCCIÓN DE GASES DE EFECTO INVERNADERO

El hormigón es, después del agua, el material más usado en la Tierra: un promedio de más de dos toneladas por año por persona. También es el responsable de entre el 5 y el 10 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, por lo cual el MIT emprendió un estudio sobre su sustentabilidad que ha dado orígen a dos importantes informes respecto a la utilización de este material en el pavimento cuantificando su efecto global.
El estudio pretende ser verdaderamente meticuloso, tomando en cuenta las reparaciones en carreteras, las diferencias de rugosidad de su superficie y su rigidez, que al tener un pequeño impacto en el kilometraje de los vehículos, se multiplica en progresión geométrica debido al gran número de automóviles.
Para estudiar el efecto de la rigidez del pavimento, el equipo liderado por Nicholas Santero usó modelos de computadora midiendo directamente los efectos físicos que ciertas microhendiduras que provocan las carreteras en las ruedas de los automóviles aumentan el consumo de combustible y por consiguiente la contaminación. Carreteras de hormigón en lugar de asfalto, por lo tanto podrían proporcionar un ligero aumento en la eficiencia, obviamente supeditadas a los patrones de uso y las condiciones climáticas de cada lugar.
El equipo propuso una serie de opciones específicas para mejorar costos y emisiones ( con algunas observaciones de nuestra parte que consideramos importantes ):
. Aumentar los trabajos de mantenimiento en las carreteras para mantener la superficie más lisa, mejorando así el rendimiento de la gasolina de los coches y los camiones que lo utilizan. Por ejemplo, en lugar un mantenimiento vial cada 20 años, hacerlo cada 10. (Esta medida es cuestionable, pues no ha tenido en cuenta que duplicar el volúmen de mantenimiento duplica también la producción industrial de concreto, que es también contaminante: de nada vale una opción "verde" que no tenga en cuenta los orígenes con los cuales debe también lidiar, aunque los empleados del MIT puedan contestar burro-cráticamente que ése es un campo que no les corresponde: una observación al respecto debería ser incluída en el informe ).
• Al sustituír el pavimento pulverizar el concreto viejo dejándolo expuesto durante un mínimo de un año para que absorba el dióxido de carbono del aire, cancelando así una importante parte de las emisiones liberadas cuando el cemento fue confeccionado.
• Incluso el color de una carretera puede mitigar su efecto global sobre el clima de la Tierra: colores más claros ( que pueden obtenerse adicionando a la mezcla de concreto grava o piedra triturada ) reflejan más la luz solar, mientras que los oscuros la absorben y la calientan, al igual que con los techos de las casas ( habría que analizar en este caso si una mayor claridad no conspiraría contra la buena visibilidad nocturna por diferencia de contraste con las señalizaciones).
• Reevaluar los criterios de diseño en la construcción de carreteras, teniendo en cuenta las diferencias locales y regionales. La mayoría de las especificaciones actuales son erróneamente genéricas, lo que resulta contraproducente ante determinadas particularidades zonales.
Una simple reducción del espesor del pavimento donde sea necesario puede reducir significativamente las emisiones y los costos de construcción. • Añadir más cenizas volantes a la mezcla de hormigón, reduciendo aún más la cantidad de materia prima utilizada para producir el material. La suma de estas medidas harían posible reducir las emisiones globales de carbono asociados con pavimentos de hormigón en un 50 por ciento, con relativa facilidad.
El estudio puntilloso realizado por el MIT analizando la interacción del vehículo con el pavimento es en general acertado y podría establecer un marco global de acción en el futuro, pero en este estudio hay implícito una faltante en el análisis, y que es el "factor humano": de la misma manera que el MIT ha indicado cómo reducir emisiones de efecto invernadero en las rutas, se sabe cómo reducir la contaminación global, la deforestación indiscriminada y la basura no degradable, pero las cosas continúan su camino hacia el abismo, nó por desconocerse dónde está el freno, sinó por los intereses que tienen maniatados los mecanismos para accionarlo.

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