jueves, 3 de diciembre de 2009

El cuerpo nunca miente - Devolución Redonda

Bueno, termine de leer el libro de Alice Miller “El cuerpo nunca miente” y tal lo había mencionado aquí regreso no con mi crítica (porque no me agrada la expresión) pero si con mi devolución del mismo.
Debo aclarar que me lo devore en una semana y en alguien como yo, que no ejerce la práctica de la lectura asidua esto es todo un logro digno de subrayar.
Obviamente suma el hecho que el libro es de ágil lectura, se hace ameno y por supuesto yo tenía un interés en el tema.

Sinceramente es un libro que se lo recomiendo a todos aquellos que son padres y a todos aquellos que son hijos, ósea se lo recomiendo a todos (quien no es lo uno es lo otro o las dos cosas), pero en especial a quienes tengan las ganas de replantearse su propia historia desde otras perspectivas, para el bien propio y para el bien de lo que finalmente uno termina proyectando en los demás de esa propia historia.

Su lectura realmente sirve y mucho para reflexionar sobre la extraña pero contundente relación que existe entre la verdad de nuestra moral heredada e inscripta en nosotros, la verdad de nuestros pensamientos en constante construcción y la verdad inapelable e incorruptible del registro histórico de nuestro propio cuerpo.
Así que de entrada nomás partimos de la base de que aquello de “la única verdad” no es más que la pura mentira. (como diría Sabina, la verdad es un cabo suelto de la mentira).

El cuerpo y sus manifestaciones, resultan ser la cara más fidedigna de nuestra historia, el fiel e incondicional vigía de la misma, la eterna memoria de aquello con lo que se le nutrió, la versión más solida de nosotros mismos.

Todas aquellas experiencias negativas que se han vivido en la infancia, son automáticamente reprimidas por los mecanismos de defensa de nuestra psique, a fin de poder lidiar con la realidad desde nuestra niñez.(El niño es el ser más adaptable que existe, ya sea por miedo, por terror, por conveniencia o por puro instinto de supervivencia se adapta a lo que sea, aunque ese “lo que sea” represente una realidad de crueldad y mal trato) , pero a medida que nos hacemos adultos, esas huellas reprimidas afloran en múltiples formatos (culpa, revancha, agresión hacia el Otro o hacia uno mismo) y es necesario re-armarnos solos o con la ayuda de Otros, un mundo de justificaciones que nos permitan seguir lidiando ahora en esta nueva realidad de adultos, sin tener que emprender la inútil tarea de intentar borrar nuestra historia.

Nuestra mente opera desde la mentira porque la verdad le produce terror.
El cuerpo funciona exactamente al revés, solo puede operar desde la verdad porque la mentira lo contamina de veneno y lo termina destruyendo.

El libro también me hizo recordar en un punto a una frase recurrente de mi querido Bajo que dice: “Perdonar es divino, comprender tal vez sea humano”

El perdón en esencia un acto mentiroso y por lo tanto lo que encierra la palabra es aceptable para nuestra mente pero no para nuestro cuerpo.
Perdonar es su definición académica es: “No tener en cuenta la ofensa o falta que Otro a cometido”, en criollo algo así como el “Hagamos borrón y cuenta nueva”…, ese no tener en cuenta, ese borrón y esa nueva cuenta no son más que una ilusión, una mentira.
No se puede no tener en cuenta lo que cuenta y forma parte de un resultado, no se puede restar de una operación un 8 al valor de un 4 y obtener el mismo resultado, es matemáticamente imposible. Esto no es más que justificar lo injustificable desde la variable: “Fue por tu bien”.
Un 8 siempre tendrá su valor de 8, un 4 siempre será un 4, y lo mismo vale para un mal trato o un buen trato.

Ningún maltrato (y aclaremos que dentro de maltrato no ha de entenderse solo el de tipo físico, existen miles de formas de maltratar a Otro) puede ser por el BIEN de nadie y es justamente en ese mástil donde nuestro cuerpo iza la bandera de su verdad.

El cuerpo se me representa como el disco rígido de una computadora, uno puede formatearlo, puede borrar determinada información, determinados archivos. Uno cree que han desaparecido del disco pero no es así, la huella fantasma del archivo queda y si uno lleva el disco a un buen hacker la información se puede recuperar.

Desde una parte más psicoanalítica el libro nos hace pensar entonces ¿porque el camino del perdón hacia los padres o hacia cualquiera en esa representación debería tomarse como el único camino de la libertad historica?
Y plantea, como mi Bajo que en el mejor de los casos lo que sí se puede es tratar de comprender el porque de la falta, el o los porqués del otro (ya que todos tenemos algo, poco o mucho de un efecto domino de porqués históricos).

Comprender sea tal vez nuestra mejor oferta, lo mejor que todos le podamos ofrecer al Otro y a nosotros mismos, porque el acto de comprender exige tomar la historia como tal como se ha registrado más allá de que eso nos guste, no nos guste o nos duela, aún cuando el resultado final tampoco nos guste…, pero comprender requiere un trabajo, una disposición, unas ganas y una energía personal para con uno y para con el Otro.

Perdonar es un extremo mentiroso que no nos soluciona nada, (es como tapar una bomba con un lindo mantel), y odiar o batallar desde el revanchismo o aplicar el NO registro de nuestra historia es el otro extremo, tan nocivo y mentiroso como lo primero.

Los extremos son por esencia tóxicos y repetitivos, tienen algo cuántico en su estructura, porque por más que uno sepa que entre un extremo y otro hay un espacio en el medio, ese camino es inexistente e intransitable para quien habita un extremo, limitándose a solo poder saltar de un extremo al otro en un ping pong interminable con uno mismo.

Quien ha vivido en el extremo y nunca ha comprendido esa situación solo puede proyectarla en su procedencia o en sus seres queridos, repitiendo el mismo extremo o por el contrario pidiendo asilo en el extremo contrario, lo que sigue siendo una repetición del error.

Tal vez intentar transitar el camino de la comprensión sea encontrar el camino del medio, donde a la inversa de lo antes dicho los extremos no dejan de existir pero se diluyen en el cuadro.


Como sea, el cuerpo habla, grita, llora, ríe...pero intransigente a su historia nunca cede ante las mentiras de_mentes.

Hasta aquí algunas de las reflexiones que me quedaron de la lectura de este libro y que obviamente estan analizadas desde mi subjetividad.

Ahora el libro quedo en manos del Bajo...veremos que nos aporta cuando termine la lectura del mismo.

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