Las preocupaciones sobre los riesgos de salud asociados con los teléfonos celulares se remontan a los albores mismos dde la industria y durante las últimas cuatro décadas, mientras los teléfonos celulares se multiplicaron y se instalaron como parte de la existencia humana, los científicos no han podido definir si su radiación puede producir cáncer.
Hay quienes sostienen que los niveles de exposición de ondas de radio son muy bajos como para poder penetrar en las células y volar en pedazos trozos de ADN y causar mutaciones en el tejido cerebral, y que para que ello ocurra, se deberían absorber dósis obsecenas.
Pero esto es sólo especulación, ya que para obtener una respuesta definitiva, los investigadores deberian ser capaces de medir exactamente la cantidad de radiación que el cerebro absorbe durante el uso normal de un teléfono celular y ahora un grupo de investigadores estadounidenses parecen haber encontrado por fin una manera de hacerlo.
Las frecuencias de radio que se transfieren cuando son absorbidos por el tejido cerebral están calientes, y estas firmas calóricas pueden ser detectadas con resonancia magnética, pero debido a los intensos campos magnéticos involucrados, no se puede simplemente poner a alguien en el interior de un aparato de resonancia magnética con un teléfono celular cargado de metales y medir qué tan caliente lo recibe su cerebro.
Pero ahora, el grupo de investigadores de Nueva York y Nueva Jersey diseñó una antena que emite frecuencias de radio de la misma manera que los teléfonos celulares, pero no incluye ninguna de las partes metálicas de los mismos, para que pueda ser medido.
Ya se ha hecho una prueba con el cerebro de una vaca dentro de una resonancia magnética realizando un seguimiento de los puntos calientes resultantes en su cerebro, y en el futuro, el sistema debería permitir la construcción de un preciso mapa 3-D de la radiación que el teléfono celular deja el cerebro humano y si las dósis representan una amenaza real.
Hay quienes sostienen que los niveles de exposición de ondas de radio son muy bajos como para poder penetrar en las células y volar en pedazos trozos de ADN y causar mutaciones en el tejido cerebral, y que para que ello ocurra, se deberían absorber dósis obsecenas.
Pero esto es sólo especulación, ya que para obtener una respuesta definitiva, los investigadores deberian ser capaces de medir exactamente la cantidad de radiación que el cerebro absorbe durante el uso normal de un teléfono celular y ahora un grupo de investigadores estadounidenses parecen haber encontrado por fin una manera de hacerlo.
Las frecuencias de radio que se transfieren cuando son absorbidos por el tejido cerebral están calientes, y estas firmas calóricas pueden ser detectadas con resonancia magnética, pero debido a los intensos campos magnéticos involucrados, no se puede simplemente poner a alguien en el interior de un aparato de resonancia magnética con un teléfono celular cargado de metales y medir qué tan caliente lo recibe su cerebro.
Pero ahora, el grupo de investigadores de Nueva York y Nueva Jersey diseñó una antena que emite frecuencias de radio de la misma manera que los teléfonos celulares, pero no incluye ninguna de las partes metálicas de los mismos, para que pueda ser medido.
Ya se ha hecho una prueba con el cerebro de una vaca dentro de una resonancia magnética realizando un seguimiento de los puntos calientes resultantes en su cerebro, y en el futuro, el sistema debería permitir la construcción de un preciso mapa 3-D de la radiación que el teléfono celular deja el cerebro humano y si las dósis representan una amenaza real.
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