martes, 14 de agosto de 2012

LA SEGURIDAD EN LOS AEROPUERTOS NUEVAMENTE RIDICULIZADA, ESTA VEZ EN EL JF KENNEDY

Una vez más, quedó demostrada la parodia subyacente en los controles aeroportuarios, los cuales son supuestamente para "garantizar la seguridad de los pasajeros" cuando en realidad se trata de un control antidemocrático invasivo de la privacidad de los mismos.
Millones de personas deben soportar ser humillantemente revisadas, escaneadas e interrogadas como si se tratase de un campo de concentración con prisioneros de guerra, puestos en fila de la misma manera que en cualquier cárcel, situación paranoide que es soportada estoicamente por los damnificados pues se les dice que los estados tienen suficientes justificaciones para hacerlo, en vistas de los actos terroristas pasados, presentes y futuros.
Hasta allí, sería ( aunque a duras penas y con reservas ) mínimamente aceptable, pero lo cierto es que a los efectos reales de la seguridad, constantemente se comprueba que sólo bastaría que cualquier grupo comando con humildes recursos y mediana imaginación se lo propusiera, para quebrarla con total facilidad, lo cual nos lleva nuevamente al planteo de cuál es el sentido de que los ciudadanos tengan que  soportar controles propios de un estado de guerra, mientras los mecanismos reales de seguridad fallan constantemente y dan toscas muestras de ineficiencia.
¿No es esto acaso la mejor prueba de que los controles son una forma enmascarada de totalitarismo y nó una medida de prevención?.
Hace unos días, posteamos el caso de un turista pasado de copas que se quedó dormido en una cinta transportadora de equipaje en Fiumicino, uno de los aeropuertos con más movimientos del mundo sin que nadie reaccionara en los tiempos que se debe reaccionar para garantizar la seguridad ( el hombre avanzó unos 50 metros dentro de la cinta antes de ser descubierto, tiempo más que suficiente para colocar sin que nadie lo note artefactos explosivos, de manipulación electrónica o de cualquier otro tipo en cualquier maleta ).
Ahora, otro caso ocurrió en el aeropuerto internacional John F.Kennedy ( quién sabe cuántos más hay que no se difunden ) cuando un hombre de 31 años cuya  moto acuática se hundió, se vio obligado a nadar hacia las únicas luces que veía en la orilla, que eran ( como se imaginarán Uds. ) las del mencionado aeropuerto.
El sujeto, que estaba vestido con una chaqueta brillante de color amarillo, penetró con absoluta tranquilidad el área sin que su sistema de seguridad, valorado en 100 millones de dólares, detectara su presencia.
Daniel Castillo relató luego que después de beber unos tragos en una fiesta con amigos, decidieron organizar una carrera de motos de agua en la bahía de Jamaica, durante la cual su moto se hundió y no tuvo más remedio que nadar cinco kilómetros hasta la pista del JFK.
Completamente empapado, Castillo pasó como si fuera el living de su casa, sin que cumplieran su cometido los sensores de movimiento, las cámaras de circuito cerrado y la escalada de ocho pies de alambre de púas, un cerco perimetral destinado a proteger contra los terroristas y otras amenazas de seguridad nacional.
Con su chaleco salvavidas fosforecente colocado, el joven llegó con la misma tranquilidad hasta  una terminal del aeropuerto y se acercó a un trabajador de una aerolínea, que al verlo se asustó y llamó a las autoridades.
La policía arrestó de inmediato al joven, que fue acusado de entrada ilegal, haciendo aún más bizarra la situación.
Es decir: el ciudadano se acercó voluntariamente al lugar para que lo ayuden, y los paranoicos que no lo arrestaron cuando deberían haberlo hecho, lo hicieron cuando deberían haberlo auxiliado.
Ahora Castillo se enfrenta a un cargo por invasión criminal, mientras  la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey quedó puesta vergonzosamente en ridículo por su laguna de seguridad, en la cual Castillo es el único inocente, pero el único castigado.
El mensaje es lastimosamente claro: para las autoridades, Castillo debería haberse ahogado antes que intentar salvarse llegando a un lugar que ellos consideran prohibido, y ahora debe ser castigado por poner en evidencia su incompetencia, aunque lo haya hecho involuntariamente y para salvar su vida.
Ese el estado de las cosas y la filosofía de un poder que intenta ( cada vez con menos éxito ) vender la mentira de que se vive en democracia.
Por supuesto, posteriormente se incrementó la presencia de la policía en el lugar, cumpliendo el inútil rito de correr detrás del error, y reforzar retrospectivamente los espantosos agujeros de seguridad, cuando ya no tiene el más mínimo sentido hacerlo.
Say no more.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajajajaja pobre Castillo! cuando lo suelten va al cine a ver los Indestructibles y caga a balazos a toda la sala.

La democracia. El mejor modelo de dictadura jamás logrado hasta ahora.

La Redonda.

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