jueves, 23 de febrero de 2012

REGENERAN UNA ANTIGÜA FLOR DEL ÁRTICO CONGELADA DURANTE 32.000 AÑOS

La explicación del porqué se logró regenerar una flor que crecía entre mamuts y rinocerontes peludos es sencilla, pero las circunstancias no tienen precedentes. 
Los frutos que dieron origen a estas flores cayeron a tierra durante el Pleistoceno tardío, y fueron inmediatamente atrapados por una ardilla que buscaba alimento, quien los escondió en su madriguera bajo tierra, cubriéndolos de paja y de su propio pelaje ( una cámara perfecta de almacenamiento ) y donde posteriormente quedaron atrapados por el hielo.
Ahora, más de 30.000 años más tarde, un equipo de investigadores del Instituto de Biofísica Celular de la Academia Rusa de Ciencias liderados por David Gilichinsky los encontró a 38 metros de profundidad y revivió, dando lugar a uno de los anacronismos biológicos más increíbles que el mundo haya conocido. 
Semillas antigüas congeladas ya habían sido encontradas previamente e incluso regeneradas y convertidas en plantas, pero lo que hace tan impresionante el caso de esta pequeña flor del Ártico (que lleva el nombre científico de Silene stenophylla ) es su increíble antigüedad. La datación por radiocarbono indicó que el fruto que generó esta planta había sido enterrado en la tundra de Siberia nororiental hace 31.800 años, superando el récord que ostantaba una semilla de palmera datilera de alrededor de 30.000 años. 
Se conservó a una temperatura de -7 grados centígrados, y al haber sido sepultados capa sobre capa de un suelo permanentemente congelado, es poco probable que hayan sufrido ni un solo descongelamiento hasta que fue recuperado por Gilinchinsky y su equipo. Increíblemente, cuando el investigador Svetlana Yashina extrajo la placenta de estos frutos, fue capaz de hacerlos producir raíces y brotes, y un año más tarde, surgieron las flores, recuperándose así un ancestral linaje, muy similar a su versión moderna, que aún abunda en el noroeste de Siberia. 
Los investigadores consideran el descubrimiento como una prueba convincente de la existencia de otros anacronismos biológicos que pueden permanecer intactos encerrados entre las capas de un suelo permanentemente congelado, que constituye actualmente casi un quinto de la superficie total de la Tierra. 
Estos almacenes naturales de frutas y semillas, explican en un artículo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, se pueden considerar como la versión de la naturaleza de los depósitos de semillas hechas por el hombre, como la bóveda Global de Semillas de Svalbard en Noruega , donde se está acumulando una reserva global de la diversidad del mundo vegetal.

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