Yo soy un alma muy vieja, muy antigua.
Yo habito desde los castillos del medioevo, desde las telarañas de la conciencia.
Yo soy un alma oscura. Y borrascosa.
Un pantano amable.
Yo habito los Pasados, todos los Pasados, los habidos y los pensados.
Yo no soy la luz, yo soy las sombras.
Esas sombras que -desde siempre- la luz no crea, sinó sólo descubre.
Yo soy el habitante de lo lánguido y triste.
Mi tristeza es muy vieja y es muy bella. Mi tristeza me sonríe con resignación y con el muy profundo amor de compañera de todo el camino.
Yo soy un alma muy vieja. Y muy profunda y oscura.
Pero en esa oscuridad hay formas, esa oscuridad ES una forma y no hay negro para mis ojos allí.
Yo no habito el parir del futuro con la candidez de tu alma, tan primal, tan ingenua.
Yo te miro con envidia; envidia de tan pocas cicatrices.
Yo te miro con ternura; ternura para lo indefenso de una conciencia sin experiencias.
Yo te miro con odio; odio hacia tu torpeza primal.
Yo te miro con ojos muy, pero muy viejos.
Yo soy el rey y la espada. El castillo en la colina, la humedad de lo antiguo, el hombre en el caballo, el Caballero de la Espada del Poder…
Yo busco un alma de princesa.Una escencia de princesa, un alma de mi misma edad.Para poder contarnos cosas…
Yo te miro con resignación. Inerte, como vacío. Como impotente ante la fuerza que nos separa.
Yo conozco puentes levadizos, entregas románticas, hogares profundos…
Yo soy un alma muy, muy vieja. Y herida.
Yo habito campos abiertos. Y silenciosos.Yo soy un alma que ha descubierto ya el silencio. Que ha escuchado entre lo que no se dice, que ha destejido los ruidos.
Yo tengo una vejez que me pesa, que hasta me duele, por todo lo que sé y lo que sé que sabré.
Yo recuerdo mi futuro. Mis miles de futuros. Y siento que sólo la tristeza es siempre real.
Yo te he apenas tocado, una vez más.
Yo te he apenas rozado, a través de una espesa cortina, magra red de morales temporales e inútiles.
Yo te he sentido apenas otra vez. Y ha sido tan mágico como fugaz. Como si se hiciera presente una condena, aquel viejo hechizo.Aquella maldición de otros tiempos, de otras vidas.
Yo te he amado como siempre te he amado y te amo y te amaré.
Yo espero tu regreso, para volver a tocarte. Y ojalá sin turbias madreselvas entre nos ( sin la torpeza, sin la confusión... )
Sin este velo turbio, incompleto, equivocado.
Con los ojos profundos, sin disfraz en la mirada.
Yo soy un alma muy, muy vieja que vaga desde lo inmemorial en este mundo, en este nivel inferior, y he aprendido a mirar a través de las máscaras.
Pero aún me equivoco, balbuceo, gateo...
Hasta que llegará ese momento en que ya nada obstruya mis tan viejos ojos, y las vendas no podrán ya volver, y lo sabrán con total certeza. Y yo también así lo sabré…
Entonces, habré llegado.Será el fin y el principio del camino.
El encuentro final, la calma final y su equilibrio.
El saber que el hacer es siempre el real querer, y que el mundo es una amante amante, un jardín de sinfín de armonía esperando ser tomado desde siempre y para y por siempre.
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