El semanario italiano Domenica del Corriere se despachaba el 2 de mayo de 1972 con el siguiente increíble titular: “Inventada la máquina que fotografía el pasado”.
Cobraba así dominio público un tema que se volvería luego cada vez más urticante, contradictorio, polémico y por sobre todas las cosas, simbólico tanto social como culturalmente, y que nunca sería del todo aclarado erigiéndose en uno de los enigmas sin resolver del siglo 20.
El contexto en que aparece esta supuesta invención no podría haber sido peor, aún cuando haya estado envuelto en la más sana e ingenua intención:
El contexto en que aparece esta supuesta invención no podría haber sido peor, aún cuando haya estado envuelto en la más sana e ingenua intención:
En una década dominada por la Guerra Fría, aparece esta noticia rimbombante en el país dentro del cual se asentaba el que era entonces aún el polo central de toda represión y manipulación física y mental de Occidente bajo pretextos religiosos, y por si fuera poco, el equipo de doce físicos que mencionaba el Domenica del Corriere, aparecía encabezado por un monje.
Mezcla explosiva como no la hay igual, el periódico italiano explicaba impertérrito que se trataba de una tecnología que permitía ver y escuchar en directo a través del tiempo lo que ya no existe, incluída la vida de Jesús de Nazareth y que ya se habían logrado fotografiar abundantemente episodios del pasado, registrándose incluso la vida completa de Jesucristo, las tablas de la ley, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y un discurso de Mussolini.
Mezcla explosiva como no la hay igual, el periódico italiano explicaba impertérrito que se trataba de una tecnología que permitía ver y escuchar en directo a través del tiempo lo que ya no existe, incluída la vida de Jesús de Nazareth y que ya se habían logrado fotografiar abundantemente episodios del pasado, registrándose incluso la vida completa de Jesucristo, las tablas de la ley, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y un discurso de Mussolini.
Inaudito, increíble. Una megabomba que sin embargo parecía tener fundamentos científicos: estaba basado en el principio de la física clásica según la cual la energía no se crea ni se destruye, sinó que se transforma.
El inventor del aparato se llamaba Alfredo Pellegrino Ernetti y era un docto y prominente monje benedictino.
Basándose en el concepto de que las ondas sonoras y visuales son energía y están sometidas a las mismas leyes físicas que la materia, habría logrado que su artefacto acceda a ondas luminosas y sonoras del pasado ( de la misma manera que desde las partículas más pequeñas se puede recomponer un elemento en su forma primitiva ) y las reorganizara en el mismo estado en que estaban integradas en su orígen.
Ernetti había nacido en Rocca Santo Stefano, una humilde localidad a unos 60 kilómetros de Roma, ingresando a los 16 años en la abadía veneciana de San Giorgio Maggiore, donde trabajó como exorcista y como capellán de la cárcel del Suspiro.
Ernetti había nacido en Rocca Santo Stefano, una humilde localidad a unos 60 kilómetros de Roma, ingresando a los 16 años en la abadía veneciana de San Giorgio Maggiore, donde trabajó como exorcista y como capellán de la cárcel del Suspiro.
Fue licenciado en teología, lenguas orientales, filosofía y letras, física cuántica, escritor, diplomado en piano y obtuvo la única cátedra disponible para ejercer docencia sobre música prepolifónica del siglo X y anteriores.
Encontrándose en Milán estudiando Oscilografía Electrónica ( una rama de la física que se ocupa de la vibración de las voces ) con el Padre Agostino Gemefli, se produce un hecho que dará orígen a su increíble invento: ambos religiosos analizan cierta armonía de un tema de música gregoriana, cuando Gemefeli, agotado por las largas sesiones laborales, invoca mecánicamente la ayuda de su progenitor (ya fallecido ). Al reproducir nuevamente la cinta musical, notan con enorme estupor que en el magnetófono se ha registrado una nítida voz que Gemefli identifica inequívocamente como la de su difunto padre, diciendo claramente: “Yo te ayudo. Siempre estoy contigo”.
Inmediatamente los dos conmocionados clérigos solicitan audiencia con Pío XII, quien los tranquiliza asegurándoles que «la existencia de esta voz es un hecho científico que no tiene relación con el espiritismo. Se han registrado ondas sonoras procedentes de alguna parte, y tal vez este experimento llegue a convertirse en la piedra angular de un gran hallazgo científico que pueda fortalecer la fe de la gente». No obstante sus inesperado apoyo, el pontífice decide mantener el descubrimiento en absoluto secreto.
El Padre Ernetti comienza entonces a teorizar que: “La energía espiritual de las ánimas puede transformarse en ondas de radio. Ocurre por una especie de ósmosis, como una compenetración de los campos electromagnéticos psico-espirituales».
Llama al fenómeno «pneumafonía» y asegura que, con ayuda de la ciencia, se podría lograr lo que los pitagóricos y aristotélicos ya habían intuído: que mediante la disgregación de los sonidos sea posible la reconstrucción de las imágenes.
«Cada ser humano deja tras de sí una doble estela: una sonora y otra visual, una especie de carta de identidad distinta para cada individuo. En base a esto nos encontramos hoy en condiciones de volver a ver y escuchar a los personajes más grandes de la historia, reconstruyendo su rastro energético de luz y sonido» expresa contundentemente.
A partir de allí, Ernetti iniciará un lento pero indeclinable camino hacia la obtención de su increíble máquina.
En 1957 contacta con el profesor De Matos, experto en análisis de la dispersión del sonido y en 1963, merced a la obtención de una cátedra de prepolifonía, convoca a 11 expertos de todo el mundo para discutir sobre la materia. «Con ellos comencé a elaborar el sistema que me condujo a este sensacional descubrimiento», señala.
La identidad de estos científicos permanece en el misterio, pero evidentemente proporcionan al monje las claves y la ayuda técnica que necesitaba para ponerse manos a la obra en su máquina del tiempo.
Desde entonces hasta sus declaraciones en Domenica del Corriere transcurren 9 años, en el transcurso de los cuales el cronovisor supuestamente funciona en el más absoluto secreto y bajo supervisión del Vaticano.
Desde entonces hasta sus declaraciones en Domenica del Corriere transcurren 9 años, en el transcurso de los cuales el cronovisor supuestamente funciona en el más absoluto secreto y bajo supervisión del Vaticano.
Sin embargo si una cualidad le falta al padre Ernetti es la discreción: ya en 1965 (supuestamente a menos de dos años de terminada su obra ) otorga una entrevista a la revista religiosa francesa “L`Heure d`Etre” en la que anticipaba detalles de su invento y ya en Enero de 1966, en la publicación italiana “Civiltá delle Macchine” declara prácticamente lo mismo que luego dijera en la Domenica del Corriere, sólo que la escasa tirada y poca importancia de estos dos medios hace que la noticia se pierda en el éter, tomando fuerza mediática recién en 1972.
DUDAS Y DESACREDITACIÓN
Al hacerse públicos los trabajos de Ernetti, el teólogo, docente e investigador de la comunicación con los muertos Francois Brune, un experto en grabación de voces e imágenes paranormales mediante soportes electrónicos, se entrevista con Ernetti quien le asegura que con la ayuda de un grupo de físicos ha inventado una máquina capaz de fotografiar el pasado.
Luego de su entrevista, Borello se muestra sumamente escéptico: «en seguida pude comprobar que no había nada de preciso ni de cierto en todo aquello», explica en una entrevista con la revista AÑO / CERO, haciendo hincapié en que Ernetti nunca le mostró su máquina ni planos de ella, ni le explicó científicamente su funcionamiento, y sólo dejó entrever que su estructura constaba de 3 partes: una multitud de antenas que captaban todas las longitudes de onda imaginables, un selector que trabajaba a la velocidad de la luz, regulable gracias a unos circuitos que apuntaban hacia el lugar y la persona elegidos, y un equipo para visionar y registrar las imágenes y los sonidos.
Al hacerse públicos los trabajos de Ernetti, el teólogo, docente e investigador de la comunicación con los muertos Francois Brune, un experto en grabación de voces e imágenes paranormales mediante soportes electrónicos, se entrevista con Ernetti quien le asegura que con la ayuda de un grupo de físicos ha inventado una máquina capaz de fotografiar el pasado.
Luego de su entrevista, Borello se muestra sumamente escéptico: «en seguida pude comprobar que no había nada de preciso ni de cierto en todo aquello», explica en una entrevista con la revista AÑO / CERO, haciendo hincapié en que Ernetti nunca le mostró su máquina ni planos de ella, ni le explicó científicamente su funcionamiento, y sólo dejó entrever que su estructura constaba de 3 partes: una multitud de antenas que captaban todas las longitudes de onda imaginables, un selector que trabajaba a la velocidad de la luz, regulable gracias a unos circuitos que apuntaban hacia el lugar y la persona elegidos, y un equipo para visionar y registrar las imágenes y los sonidos.
Borello se siente burlado y a partir de allí se convierte en su principal detractor.
Una nueva desacreditación cae sobre Ernetti tres meses después de la publicación de la noticia en Domenica del Corriere, cuando se descubre que una imagen del rostro de Jesús que, según él, demostraba la viabilidad de su «cronovisor», no era más que la fotografía de un crucifijo venerado en el santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza, en Perugia.
La talla intelectual y moral del sacerdote hace difícil visualizarlo montando un tan burdo y torpe truco circense.
La talla intelectual y moral del sacerdote hace difícil visualizarlo montando un tan burdo y torpe truco circense.
Nuevamente transcurren muchos años sin que Ernetti vuelva ante los medios de comunicación, no obstante lo cual, a su regreso declara que la Iglesia le ha puesto una mordaza que no le permite hablar.
¿FRAUDE O MORDAZA?
Si el invento funcionaba como juraba su creador, el siguiente paso lógico del poder religioso habría sido desprestigiar su trabajo ( una movida fácil para la jerarquía eclesiástica ) garantizándose la burla de la opinión pública y asegurándose el dominio omnipotente y secreto del Vaticano sobre el aparato.
Obviamente, la eficacia del invento en recuperar el pasado habría hecho inmediato su veto de difusión por las autoridades religiosas, ya que serían víctimas directas (y mortales ) de sus consecuencias.
Los secretos y las incógnitas históricas, al develarse, habrían hecho caer los lentes de contacto de la mentira colocados sobre el pueblo provocando una crisis sin precedentes.
Los secretos y las incógnitas históricas, al develarse, habrían hecho caer los lentes de contacto de la mentira colocados sobre el pueblo provocando una crisis sin precedentes.
Unos cuantos episodios oscuros adoban y enredan aún más esta historia:en 1965 ( coincidentemente con las primeras declaraciones a la prensa de Ernetti ) los servicios secretos del Vaticano en colaboración con el contraespionaje italiano detienen a un ingeniero experto en la teoría de la Relatividad llamado Antonio Beretta, bajo sospecha de trabajar encubierto para la KGB.
¿Cuál era el empleo de Beretta? Durante 8 años había trabajado exclusivamente en San Giorgio Maggiore al servicio del Padre Ernetti.
Durante un congreso internacional, un funcionario del ministerio del Interior soviético, Sergei Antonov, confía a un delegado occidental que «los propios trabajos de nuestros físicos nos inducen a pensar que el equipo de San Giorgio ha debido realizar ya la grabación en magnetófono de la explosión de Sodoma y Gomorra, así como la inscripción de las Tablas de la Ley en el Sinaí». Y en un artículo publicado por el diario ruso Pravda, se lee: «Las investigaciones sobre la reconstrucción del pasado efectuadas en Italia bajo el control del Vaticano y del ministerio del Interior están mucho más avanzadas de lo que se ha pretendido. Es un trabajo fuertemente vigilado por los servicios secretos del Vaticano».
¿Deberíamos aceptar las sombras de dudas que se tendieron sobre el Padre Ernetti? ¿Su tendencia a hablar con la prensa respondía a una patología enfermiza y delirante, o por el contrario deseaba crearse una especie de protección?
¿Deberíamos aceptar las sombras de dudas que se tendieron sobre el Padre Ernetti? ¿Su tendencia a hablar con la prensa respondía a una patología enfermiza y delirante, o por el contrario deseaba crearse una especie de protección?
¿Su negativa a informar datos científicos y evidencias sobre su supuesta máquina eran en temeroso cumplimiento de la obediencia debida, o sólo una forma de justificar lo que nunca existió más que en su mente?
¿El misterio sobre la identidad de sus supuestos colaboradores fue para protegerlos ó porque simplemente jamás existieron? ¿Debemos considerar el número de 12 personas que constituía el total del equipo como una increíble coincidencia con los 12 apóstoles cristianos o como un desliz religioso en la invención de Ernetti?
¿El misterio sobre la identidad de sus supuestos colaboradores fue para protegerlos ó porque simplemente jamás existieron? ¿Debemos considerar el número de 12 personas que constituía el total del equipo como una increíble coincidencia con los 12 apóstoles cristianos o como un desliz religioso en la invención de Ernetti?
Su innegable grado de inteligencia y profesionalismo no es suficiente para descartar la posibilidad de su caída en fuertes divagues, ya que éstos pasan por la condición emocional de una persona.
Pero, ¿por qué la Iglesia y los servicios secretos italianos se involucraron en algo que no era más que un delirio?
¿Porqué capturaron bajo sospecha de espionaje a un científico que trabajaba con él si sólo habría estado informando al Kremlin sobre palomas de humo ? ( es justo mencionar aquí que a veces los servicios de contraespionaje realizan arrestos “inútiles” con el único fin de convencer al otro bando de la autenticidad de algo muy falso )
¿ Porqué, en 1988, el Vaticano emitió un decreto según el cual serán excomulgados todos aquellos que capten o divulguen «con cualquier instrumento técnico acontecimientos pasados … »?
En un párrafo del reportaje de Domenica del Corriere, se lee el siguiente diálogo:
En un párrafo del reportaje de Domenica del Corriere, se lee el siguiente diálogo:
Periodista: - ¿ Cambiaría mucho nuestra concepción de la historia del Hombre si Ud. pudiera revelar los Secretos que se han descubierto con su máquina, padre?
Ernetti:- ” Mucho. Incluso las lenguas serían irreconocibles…”.
El proyecto de Ernetti fue cancelado e interdictado el Cronovisor por el Vaticano, pero nó destruído.
El proyecto de Ernetti fue cancelado e interdictado el Cronovisor por el Vaticano, pero nó destruído.
Lo cierto es que los principios básicos que invocaba Ernetti son correctos: la materia recoge lo acaecido y con la tecnología correcta, es posible recuperarlo.
Hoy día se tiene conocimiento de varios equipos que trabajan en esa dirección para lograr un Cronovisor, que es un mecanismo con el cual se podría acceder al pasado en forma de imagen y sonido como una simple transmisión televisiva, y grabarlos con los mismos soportes con que grabamos dichas emisiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario