A pesar de que no ha originado ninguna queja en Suecia, el Ministerio de Transporte de dicho país decidió de oficio vetar la placa "666" sólo con carácter preventivo, y pese a que la ley establece que al momento de matricular un vehículo se deben tener en cuenta los deseos de su propietario.
La cuestión es que, basado en dicha ley, un automovilista solicitó el número en 2007 y ahora, cinco años después de que el ciudadano paseara sin problemas su placa por todo su país, el ministerio ha decidido prohibirle el uso "para prevenir que pueda ofender los sentimientos de algunas personas" según afirmaron representantes de dicho organismo de control.
La curiosa ley entró en vigencia ayer y el dueño ya fue notificado.
Para evitar supersticiones, y ofensas y miedos en torno a ellas, no se debería prohibir absolutamente nada: simplemente habría que educar a la gente, y correr tras los probables efectos es síntoma de deficiencia en las causas, con lo cual los suecos demuestran estar homolgados con el resto del planeta, cuando en algún momento fueron emblemáticos representantes del anhelo contrario ( como también tristemente lo fuera la Estatua de la Libertad en Estados Unidos ).
Relacionar el número 666 con "el número de la bestia" es una deformación absoluta, tal como lo es vincular el año 2012 en el calendario maya con el fin del mundo.
En primer lugar, el número original invocado en la biblia era el 616, y se transformó debido a las típicas deformaciones históricas y errores de transcripción, y además tampoco el original 616 era un número literalmente perteneciente al diablo ( demasiado extenso para ampliarlo aquí, pero prometemos hacerlo en algún otro post ).
Todo lo que rodea dicha cifra es pura y absoluta superstición, lo cual por supuesto no evita que existan trastornos psíquicos vinculados con el temor a dicho número: el más común se llama hexakosioihexekontahexafobia o triplehexafobia, y es la transferencia morbosa de temores internos que buscan símbolos arquetípicos en los cuales justificarse.
La cuestión es que, basado en dicha ley, un automovilista solicitó el número en 2007 y ahora, cinco años después de que el ciudadano paseara sin problemas su placa por todo su país, el ministerio ha decidido prohibirle el uso "para prevenir que pueda ofender los sentimientos de algunas personas" según afirmaron representantes de dicho organismo de control.
La curiosa ley entró en vigencia ayer y el dueño ya fue notificado.
Para evitar supersticiones, y ofensas y miedos en torno a ellas, no se debería prohibir absolutamente nada: simplemente habría que educar a la gente, y correr tras los probables efectos es síntoma de deficiencia en las causas, con lo cual los suecos demuestran estar homolgados con el resto del planeta, cuando en algún momento fueron emblemáticos representantes del anhelo contrario ( como también tristemente lo fuera la Estatua de la Libertad en Estados Unidos ).
Relacionar el número 666 con "el número de la bestia" es una deformación absoluta, tal como lo es vincular el año 2012 en el calendario maya con el fin del mundo.
En primer lugar, el número original invocado en la biblia era el 616, y se transformó debido a las típicas deformaciones históricas y errores de transcripción, y además tampoco el original 616 era un número literalmente perteneciente al diablo ( demasiado extenso para ampliarlo aquí, pero prometemos hacerlo en algún otro post ).
Todo lo que rodea dicha cifra es pura y absoluta superstición, lo cual por supuesto no evita que existan trastornos psíquicos vinculados con el temor a dicho número: el más común se llama hexakosioihexekontahexafobia o triplehexafobia, y es la transferencia morbosa de temores internos que buscan símbolos arquetípicos en los cuales justificarse.
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