miércoles, 13 de julio de 2011

EL GIGANTESCO MONOLITO DE AXUM

Axum, cuya antigüa grandeza está grabada en las piedras de las pirámides de Egipto y en cientos de monumentos y manuscritos, está situada a 1.005 kilometros de la capital etíope Abdis Abeba, y ha sido declarada patrimonio de la humanidad en 1980.
Lo que fuera una exuberante capital cuna de civilizaciones en la antigüedad en la cual sus monarcas recibían el título de “Rey de Reyes”, hoy sólo alberga hambruna y pobreza.
Es allí donde se encuentra el obelisco más grande jamás construído por el hombre, que hoy yace tumbado pero que fuera una colosal mole tallada en una sola pieza apuntando a las estrellas, y que originalmente tenía incrustado discos metálicos en sus costados.
Mide 33m altura, pesa unas 500 toneladas y posee una falsa puerta tallada en piedra en su base ( las “falsas” puertas son una característica recurrente en todas las obras megalíticas y han originado especulaciones sobre si tenían sólo un valor simbólico o marcaban empíricamente un punto de ingreso interdimensional ).
Nadie sabe a ciencia cierta que significado pudo tener originalmente este y otros 7 monolitos de similares características aunque inferiores medidas, que había en Axum, siendo el más conocido uno de 24 metros de altura que fue robado y llevado a Roma en 1935, y luego devuelto a su país de origen en 2005.
Debido a su particular periplo, se tomó este obelisco como símbolo de recuperación soberana y se montó una operación gigantesca para ponerlo nuevamente de pié logrando que actualmente se yerga orgulloso, pero no se le ha dedicado igual atención a su “hermano mayor”, el cual es el más importante arqueológicamente.
En Axum vivía la Reina de Saba, quien tuvo un hijo con el Rey bíblico Salomón, a quien llamaron Menelik.
Según “Gloria de Reyes”, el libro sagrado de los etíopes, Menelik I fue el encargado de traer el arca de la alianza ( un equipo tecnológico capaz de alterar la materia y otras propiedades poderosas que fueron utilizadas como armas en numerosas oportunidades ) desde Jerusalén sobre carros y animales que se desplazaban por los aires, por lo cual el trayecto, que debería haber sido de más de 15 dias de duración, se realizo en sólo 24 horas.
El arca permanecería oculta hasta hoy en la Iglesia de Santa Maria de Sion, en Axum

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