jueves, 14 de abril de 2011

BOLAS GIGANTES DE HIELO

UN FENÓMENO NUEVO Y DESCONCERTANTE, ASÍ EN LAS AGUAS COMO EN EL CIELO

Este relativamente nuevo e inusual fenómeno se viene produciendo en diversos lugares del planeta, habiéndose registrado el último de ellos en Estados Unidos en Febrero de este año.
Se trata de la aparición de decenas de enormes bolas de hielo extendidas a lo largo de las orillas de las aguas, ante las miradas atónitas de quienes tienen la suerte de descubrirlos.
Estas desconcertantes apariciones que nunca antes habían sido registradas en el planeta, suelen ocurrir con temperaturas muy frías combinadas con vientos muy fuertes.
Los tamaños de las bolas suelen variar ( algunas son más grandes que un balón de fútbol ), pero todas son enormes.
Muchos testigos relataron que se vieron sorprendidos especialmente por el hecho de que las bolas no seguían la lógica de los vientos, apareciendo en el extremo opuesto al de la orientación de los mismos.
Las enigmáticas esferas presentan una gruesa capa de hielo de entre 2 y 5 centímetros, y en su interior tienen un desconcertante núcleo de nieve blanda y húmeda.
Precisamente las capas de las que están compuestas, llevaron a los científicos a especular que tal vez se formen a partir de pequeñas y muy livianas bolas de nieve que son empujadas desde las orillas hacia las aguas, que al encontrarse a temperaturas bajo cero las van cubriendo de hielo, y las olas al agitarlas las van moldeando hasta darle su característica forma redonda.
Asimismo, explican que debería formarse una bola sólida y uniforme de hielo, pero el hecho de que en cambio mantengan en su interior el copo de nieve intacto, se debe atribuír a la acción de los fuertes vientos.
Nadie puede determinar a ciencia cierta qué tan frecuentemente se dá este nuevo fenómeno, ya que depende de la acción o inacción de eventuales testigos, pero sí se ha verificado que las condiciones meteorológicas en los días previos a estos descubrimientos coinciden con temperaturas bajo cero, nevadas y vientos muy fuertes.
Igualmente, quedan planteados varios enigmas a resolver, como el hecho de que los copos de nieve internos conserven su suavidad original.
Tampoco queda claro cómo es que permanecen en la costa sin flotar en aguas abiertas, que sería su movimiento más lógico, ni porqué suelen encontrarse amontonadas en los lugares opuestos a los que debería haberlas empujado la dirección del viento.
Allí los científicos empiezan a desquiciar imaginando ciertos cambios climáticos “justo” en los días previos al arribo de las bolas de hielo , variaciones también “justas” de los niveles del agua y en fin, una serie de combinaciones muy poco creíbles en un caso aislado, y ni hablar en un fenómeno que se está produciendo periódicamente y en distintos lugares del mundo.
¡TAMBIÉN DESDE EL CIELO!
…Y si ya es difícil aplicar algunas de las explicaciones científicas para las bolas que aparecen en las orillas de las aguas, cuando el mismo fenómeno se produce desde el cielo, la ciencia se queda rascándose la cabeza.
Y en este caso también estamos hablando de bolas enormes de hasta cuatro kilos de peso, y con una variante aún más enigmática: en los momentos en que se precipitaron, el tiempo era bueno y los cielos estaban despejados.
El Instituto Nacional de Meteorología español ( uno de los países afectados ) no intentó ninguna teoría sobre su orígen, pero sí descartó que se trate de piedras de granizo.
Por su parte, Jeroni Lorente, del Departamento de Física de la Universidad de Barcelona, explicó que las corrientes de aire que sostienen el granizo en las nubes no pueden superar los 100 kilómetros por hora, con lo cual no podrían soportar bolas de granizo de más de un kilogramo, y en este caso el peso de muchas de las esferas cuadriplicaba esa cifra.
Se especuló también con que tuvieran su orígen en que circunstanciales aviones podrían haber vaciado accidentalmente sus tanques de aseo, pero los lugares donde se precipitaron siempre estuvieron muy lejos de las rutas aéreas regulares y además se trató siempre de hielo limpio.
Otra especulación científica conjeturó que las bolas de hielo se habían desprendido de la cola de un cometa, pero presenta también sus baches: las zonas donde cayeron fueron muy pequeñas y si las hubiera lanzado un cometa, deberían haber caído todas simultáneamente y dejando un reguero a lo largo de varios países.Además, la consistencia que tenían cuando fueron halladas sumadas a su enorme tamaño, contradicen el hecho de que, de todos los minerales que posee un cometa, el hielo es el primero en desintegrarse al soportar el cometa temperaturas de casi 1.000 grados centígrados al ingresar a la atmósfera terrestre. Para resistir semejante temperatura y llegar aún así a tierra en las condiciones de solidez con que lo hicieron, tendría que haberse tratado de un cometa cubierto en todo su diámetro por varios kilómetros de hielo, y un monstruo semejante habría sido detectado previamente por observatorios, satélites y astrónomos.

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