Para quienes buscan descargarse de su estrés destrozando cosas, en Argentina existe The Break Club Argentina, que ofrece la posibilidad de realizar este tipo de catarsis rompiendo todo lo que se encuentre dentro de una habitación con un bate de béisbol.
Computadoras viejas, electrodomésticos, televisores y hasta objetos personalizados con fotos son destrozados sin compasión en una terapia alternativa que ya registra antecedentes en España, Japón y EE.UU.
Guido Dodero, creador de esta organización, asegura que la terapia es muy efectivo para canalizar la ira en un ambiente controlado, y que cada vez suma más adeptos.
“Algunos van al psicólogo y terminan revolviendo más cosas y salen peores que como entraron. Esto es un lugar diferente, un lugar donde la gente puede hacer catarsis y ofrecemos esta alternativa para los que no están conformes con el tipo de terapias que hay en el mercado”, asegura orgulloso.
Obviamente la descarga no resuelve los problemas de fondo, sobre todo si el desplazamiento del conflicto desconoce sus verdaderas raíces.
Los acólitos son conscientes de esto, pero consideran que un alivio, aunque sea sólo momentáneo, no deja de ser un alivio, y pagan los 25 dólares que cuesta el servicio para entregarse a la adrenalina.
El servicio culmina en una sala de relax con luz tenue, música tranquila y un sillón para recostarse.
Computadoras viejas, electrodomésticos, televisores y hasta objetos personalizados con fotos son destrozados sin compasión en una terapia alternativa que ya registra antecedentes en España, Japón y EE.UU.
Guido Dodero, creador de esta organización, asegura que la terapia es muy efectivo para canalizar la ira en un ambiente controlado, y que cada vez suma más adeptos.
“Algunos van al psicólogo y terminan revolviendo más cosas y salen peores que como entraron. Esto es un lugar diferente, un lugar donde la gente puede hacer catarsis y ofrecemos esta alternativa para los que no están conformes con el tipo de terapias que hay en el mercado”, asegura orgulloso.
Obviamente la descarga no resuelve los problemas de fondo, sobre todo si el desplazamiento del conflicto desconoce sus verdaderas raíces.
Los acólitos son conscientes de esto, pero consideran que un alivio, aunque sea sólo momentáneo, no deja de ser un alivio, y pagan los 25 dólares que cuesta el servicio para entregarse a la adrenalina.
El servicio culmina en una sala de relax con luz tenue, música tranquila y un sillón para recostarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario