Los mismos circuitos cerebrales e interacciones de productos químicos que nos permiten ver a qué grupo étnico pertenece una persona, se superponen con los del procesamiento de las emociones y toma de decisiones, según arrojó como resultado el estudio realizado por la Doctora Elizabeth Phelps, de la Universidad de Nueva York y sus colegas.
Por lo tanto, conforme a este razonamiento, la mayor parte el racismo operaría en un nivel inconsciente, e incluso los individuos de "pensamiento correcto" podrían reaccionar de una manera racista.
Una red de regiones cerebrales que incluyen la corteza prefrontal dorsolateral y la corteza cingulada anterior son importantes en la expresión no intencional, implícita en las actitudes raciales, y la conectividad funcional entre estas son fundamentales en el proceso.
La Dra. Phelps opina que hace algunas décadas era impensable buscar en el cerebro para comprender las reacciones entre grupos sociales como el negro frente al blanco, y mucho menos que tales exploraciones podrían producir conocimiento útil sobre la interacción humana real al respecto y que ahora todo depende de cómo se manejará esta información.
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