El aymara es una antiquísima lengua hablada aún hoy día por un millón seiscientos mil personas, en Bolivia, Perú, Chile y las provincias argentinas de Salta y Jujuy.
Quienes lo hacen, suelen recibir también el nombre de collas, derivación popular de su reconocida y ancestral identidad única conocida como Collasuyo o qullasuyu, aunque integraban varios grupos étnicos ( aullaga, ayaviri, cana,canchis, carangas,charcas, chicha, larilari, lupacas, umasuyus, pacaje, pacasa y quillaca ).
Su orígen es muy anterior al imperio inca ( aunque formaron parte de él ) y se los suele señalar como los sucesores directos de la cultura y ciencia de la mítica civilización Tiahuanaco ( y por lo tanto de su lenguaje ), aunque hay quienes sostienen que sus asentamientos en la zona comenzaron cuando aquel estado formidable ya había desaparecido.Cualquiera sea la veradad, lo irrebatible es que los aymaristas consideraron desde siempre a Tiwanaku como un modelo, un lugar sacro y una herencia de los dioses, una memoria que ni la estigmatización colonialista pudo extirpar.La llamaron “la ciudad de los primeros hombres del mundo”y desde siempre afirmaron que fue construída hace 5 millones de años.En torno a este legado, existen innumerables leyendas ( que, contrariamente al mito que quisieron sembrar la psicología y la sociología moderna, son relatos adulterados de hechos objetivos, reales, exteriores y concretos ) entre las cuales destaca la de la Pacha Mama ( vocablo compuesto formado por “pacha” que significa “cosmos” “espacio” y “tiempo” y mama que alude a la diosa madre de la humanidad ). Relata esta leyenda que una nave espacial descendió allí trayendo desde “la estrella esplendorosa” ( que algunos historiadores han asociado con Venus ) una diosa “de enormes orejas” ( ¿ auriculares ? ¿ casco espacial ? ¿ aura manifiesta ? ) con la misión de crear la humanidad y que una vez cumplido su cometido, retornó a las estrellas.( ver más información en nuestro post del 25/09/2010 ).Existe otra leyenda que nos habla del mundo de las tres ‘pachas’ o ‘cosmos’: allí se nos explica cómo la energía del tiempo oscila cíclicamente. La existencia solo es posible por el cruce de dos cosmos paralelos y combinados.
El aymara es un lenguaje en cuatro dimensiones, que transforma el razonamiento binario: no posee palabras-verbo ni palabras-nombres, sinó palabras-acontecimientos ( certidumbre, incertidumbre, probabilidad, imaginación ), que se adaptan mucho más estrechamente a un continumm espacio-tiempo. Es el idioma de una civilización avanzada ( o sus retazos ) que logra en su lenguaje describir un objeto físico de manera que deje abierta una posibilidad de encontrar este objeto en el universo entero( como un círculo, que puede empezar a describirse desde cualquiera de sus puntos), reduciendo exponencialmente las exclusiones y las limitaciones.Esto ya comienzan a entenderlo algunas mentes científicas modernas ( como las de nuestro post anterior, debajo de éste ), poéticas o artísticas.
El aymara sitúa el tiempo en el espacio, de modo que el futuro queda detrás y el “no-futuro” delante.( difícil de asimilar, nó? así de condicionados estamos mentalmente al pensamiento binario y bidireccional ).En esta cosmovisión indígena el tiempo no es lineal, es decir: no se concibe con un comienzo y un final, sino que es un continuo devenir, en el cual conviven pasado y futuro como una unidad que se vive y se siente en el presente. A diferencia de la concepción lineal occidental, el tiempo es circular. Todo retorna. La naturaleza y las culturas tienen un ciclo. El pasado está delante porque es lo conocido, lo ya visto; en cambio el futuro, que es algo que aún no se vé, está detrás ( finalmente, muy lógico, ¿verdad? ).
En un tiempo circular, no hay principio ni fin. El círculo carece de punto de partida y meta. Todo es energía en movimiento. Todo se mueve y toma forma sin alterar su esencia, que es la energía. Pasado, presente y futuro no son nada, no tienen contenido ni significación, porque el pasado es futuro y el futuro es pasado ( el concepto del tiempo se manifiesta y actúa en la razón ).La circularidad del tiempo y del espacio permite comprender que todo está volviendo a su lugar, que vuelve a nacer continuamente.
Ludovico Bertonio en su libro sobre el ‘Vocabulario Aymará’ escrito en 1612, menciona la palabra ‘usi suyo’ que quiere decir literalmente “cuatro espacios”, es decir, la cuarta dimensión: El Tiempo.
La tetraléctica hace referencia además a los 4 elementos vitales del universo: tierra, agua, aire y energía (fuego), y a que lo material está entrelazado con lo espiritual.
Estos conceptos nos transportan no sólo a la física cuántica sino a la cuarta dimension de Albert Einstein: el tiempo, lo cual nos permite suponer con un muy razonable margen de posibilidad que esta civilización conocía el principio de la ‘Teoría de la Relatividad’ y que por lo tanto Einstein no realizó un descubrimiento sino mas bien un ‘re-descubrimiento’ de algo que ya nuestros antepasados supieron y que el tiempo ( u otras razones más complejas ) nos había hecho “olvidar”.
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