Los científicos daneses de la Universidad de Aarhus, que hace tres años encontraron misteriosas corrientes eléctricas en el fondo del mar han determinado su sorprendente origen: se trata de bacterias que se conectan en filamentos y son muy similares a la estructura de un manojo de cables con aislamiento.
El descubrimiento es interesante porque estos circuitos eléctricos no se componen de diferentes bacterias como sugerían los investigadores ( que ya conocían la capacidad de los microorganismos para utilizar corriente ) sino de organismos unicelulares que viven como una sola entidad y que transmiten fluidos a grandes distancias a través de hilos que miden un centímetro de longitud y un diámetro cien veces menor que el de un cabello humano.
Las "bacterias cables" pertenecen a la familia Desulfobulbaceae, la especie más numerosa de microbios-proteobacterias, capaces de operar decenas de miles de estos hilos en una área de un metro cuadrado, cubriendo en promedio un centímetro cúbico con un kilómetro de "cables".
Su vida en conjunción le ayuda a obtener la energía necesaria para la vida a través de la oxidación del sulfuro de hidrógeno que se acumula en las capas del sedimento oceánico.
Algunos viven en las zonas más oxigenadas, pero no pueden llegar al sulfuro de hidrógeno, mientras que los que habitan las capas más profundas, tienen acceso al sulfuro de hidrógeno, pero acusan falta de oxígeno, y estas cadenas eléctricas solidarias le sirven para obtener todo lo necesario.
Los investigadores creen que el descubrimiento podría ser útil en el desarrollo de dispositivos con capacidad de transmisión viva de energía eléctrica que ayude a limpiar áreas infectadas en un cuerpo humano.
Los resultados del estudio se publicaron en la revista Nature.
El descubrimiento es interesante porque estos circuitos eléctricos no se componen de diferentes bacterias como sugerían los investigadores ( que ya conocían la capacidad de los microorganismos para utilizar corriente ) sino de organismos unicelulares que viven como una sola entidad y que transmiten fluidos a grandes distancias a través de hilos que miden un centímetro de longitud y un diámetro cien veces menor que el de un cabello humano.
Las "bacterias cables" pertenecen a la familia Desulfobulbaceae, la especie más numerosa de microbios-proteobacterias, capaces de operar decenas de miles de estos hilos en una área de un metro cuadrado, cubriendo en promedio un centímetro cúbico con un kilómetro de "cables".
Su vida en conjunción le ayuda a obtener la energía necesaria para la vida a través de la oxidación del sulfuro de hidrógeno que se acumula en las capas del sedimento oceánico.
Algunos viven en las zonas más oxigenadas, pero no pueden llegar al sulfuro de hidrógeno, mientras que los que habitan las capas más profundas, tienen acceso al sulfuro de hidrógeno, pero acusan falta de oxígeno, y estas cadenas eléctricas solidarias le sirven para obtener todo lo necesario.
Los investigadores creen que el descubrimiento podría ser útil en el desarrollo de dispositivos con capacidad de transmisión viva de energía eléctrica que ayude a limpiar áreas infectadas en un cuerpo humano.
Los resultados del estudio se publicaron en la revista Nature.
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