Abbi Bennett, una niña de 4 años, sufre un raro trastorno genético llamado distrofia muscular congénita de Ulrich, que hace que a la menor ráfaga de viento, la pequeña caiga al suelo.
Las posibilidades de padecer este mal son de uno entre un millón y produce debilidad muscular severa y curvatura y flexibilidad en las articulaciones, y en el caso de esta pequeña británica, se hizo presente a los dos años de edad, aunque ya al nacer presentaba una súperflexibilidad anormal.
No pudo nunca andar a gatas y no comenzó a caminar hasta los 18 meses y nunca una distancia mayor a los diez metros, y ante el más ligero viento no conseguía mantenerse en pié.
La medicina moderna no ha logrado un tratamiento eficaz para esta patología ni existen fármacos que logren mejorar la disfunción.
El futuro de Abbi por ahora es aciago: sus músculos se debilitarán aún más con los años, deberá ser auxiliada para respirar y deberá vivir en silla de ruedas, salvo que los investigadores encuentren antes un tratamiento para su mal.
Las posibilidades de padecer este mal son de uno entre un millón y produce debilidad muscular severa y curvatura y flexibilidad en las articulaciones, y en el caso de esta pequeña británica, se hizo presente a los dos años de edad, aunque ya al nacer presentaba una súperflexibilidad anormal.
La medicina moderna no ha logrado un tratamiento eficaz para esta patología ni existen fármacos que logren mejorar la disfunción.
El futuro de Abbi por ahora es aciago: sus músculos se debilitarán aún más con los años, deberá ser auxiliada para respirar y deberá vivir en silla de ruedas, salvo que los investigadores encuentren antes un tratamiento para su mal.
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