Por más que les pese a dogmáticos y nostálgicos, esta versión 2012 del Sorprendente Hombre Araña se aparta del estilo bidimensional del héroe barroco de concepción heroica de las anteriores, presentando a un Peter Parker muy lejano del personaje de Tobey Maguire, en este caso muy felizmente ya que el también solitario y tímido adolescente que asume brillantemente el leonino Andrew Garfield es encantador sin pecar de ingenuo, inteligente, atrevido y conmovedoramente humano y vulnerable, logrando dotar al personaje de una dimensión que nunca antes logró, viviendo y respirando de una manera completamente nueva.
Pese a ello, los elementos emblemáticos de la mitología quedan intactos, honrados y protegidos, al igual que la fábula teen que componen Parker y Stacy ( la escorpiana Emma Stone ), que, aún arcaica, permanece creíble, entrañable y tierna ( actualmente, también son pareja en la vida real ).
Asimismo, se introducen en la trama mejores razones por las cuales Peter Parker se convierte en un superhéroe arácnido, incorporándose la arquetípica búsqueda del vínculo perdido de padre e hijo y el desgarrador intento de comprender un desesperante abandono del cual es víctima al inicio de la película, quedando su cuidado a cargo de sus tíos May y Ben.
Peter es aquí un "skater" poco popular y bastante resentido que lucha por encontrar su lugar en la vida teniendo que lidiar al mismo tiempo con el hecho de ser hijo de padres desaparecidos que ni siquiera sabe con certeza si aún se encuentran vivos.
Incertidumbres, deseos y sueños nunca pierden protagonismo en el Spiderman del director Marc Webb ( Leo ), quien además sacrifica algunos "tips" como la poca importancia que se le dá a la conocida afición a la fotografía de Parker, o la completa inexistencia del periódito "The Daily" y su irascible director, y modifica otros, como la razón mucho más entrelazada por la cual Peter es picado por una araña genéticamente modificada, la inspiración para su traje obtenido del afiche de un gimnasio abandonado luego de su primer "acción" como superhéroe ( donde también comprende la necesidad de actuar enmascarado ) o el orígen de su telaraña que esta vez en lugar de ser consecuencia de sus propiedades arácnidas, se trata de un aparato que él mismo diseña y fija a sus muñecas, y que dispara una bio-tela también de su invención ( reafirmando de paso la evolución desde el nerd con gafas de las anteriores versiones hasta el genio científico que es este Peter Parker de Webb ).
Otra evolución es la que experimenta el "ser un superhéroe conlleva una responsabilidad" de Maguire, que se convierte en la incertidumbre de lo difícil que es ser bueno y el permanente planteo de si realmente vale la pena serlo.
Así, a este texturado Hombre Araña "spándex" de última generación se le agrega una profundidad y complejidad que se encontraban subyacentes en el cómic pero cuya dimensión nunca se reconoció masivamente, y se dejan sentadas las bases para lograr superar la barrera de la disgresión de las películas de superhéroes con un cine más intelectual, pretencioso y elaborado.
Webb, pese a la formidable presión que debió haber recibido por ser una de las contrataciones más extraordinarias de que se tengan memoria ( se lo eligió para una película de superhéroes de 200 millones de dólares a pesar de que sólo tenía una película previa en su haber ) no se deja desbordar en ningún momento por el mainstream dominante y con mano férrea le imprime un sello tremendamente emocional y humano a la sobredósis industrial que conlleva una película de estas características.
Su aporte se aprecia especialmente en el bien llevado romance entre Peter Parker y Gwen Stacy, que nunca peca de artificial y en el cual no es casual el contraste entre la armoniosa relación de Gwen con su padre policía en contrapunto con las carencias que al respecto atormentan la vida de Peter, generando verosimilitud y empatía apoyado por una actuación sólida de la pareja, que logra transmitir emociones fuertes y creíbles, en contraste con el caricaturesco tratamiento que le daba Raimi a la relación.
También alcanza gran dósis de dramatismo y realismo la secuencia que culmina con la muerte del tío Ben ( un excelente Martin Sheen ) mientras el único desperdicio actoral de la película puede considerarse el que se comete con una actriz de la talla de Sally Field ( la tía May ).
En la segunda mitad de la trama, se abre paso el verdadero protagonista del cine del siglo 21: la acción vertiginosa apoyada por los "amazings" efectos especiales, dosificados por Webb con inteligencia de manera que el equilibrio con lo humano resbala pero no se cae en ningún momento, dejando a la película en un nada fácil balance entre lo sorprendente y lo íntimo.
Allí gana protagonismo el villano: El Lagarto ( protagonizado por el canceriano Rhys Ifans ), que sin embargo no es la encarnación del mal, sinó un científico que se vuelve víctima de sus propios errores y pese a sus buenas intenciones ( al estilo de lo que le ocurría al profesor Octopus en SpiderMan 2 ) toma las decisiones equivocadas que lo conducen hacia la tragedia.
En resúmen, un reparto excelente apoyado por actuaciones a la altura, y una dirección segura y audaz permite que The Amazing Spider-Man entretenga y emocione aún visitando lugares comunes a tramas anteriores, aunque siempre desde una óptica renovada, más oscura y cercana al Batman de Nolan que al romanticismo arcaico de Sam Raimi, con excelentes efectos especiales y una música intrascendente.
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