Miles de arenques muertos se han descubierto varados al norte de Noruega, alfombrando con más de 20 toneladas de cadáveres la playa de Kvaenes, en Nordreisa, dejando a los expertos tan desorientados como siempre a la hora de explicar sus causas.
Jan-Petter Jorgensen, de 44 años, caminaba con su perro Molly cuando olfatearon un olor hediondo en la distancia.
Fueron siguiendo el rastro hasta que finalmente apareció ante sus ojos el insólito cuadro.
Los expertos balbucearon sus acostumbradas impresentables teorías sacadas de contexto para tratar de que alguien las crea, pero absolutamente inaplicables a muertes en masa como éstas: peces atrapados en un entorno dentro del cual el agua haya estado falta de oxígeno, o arrojados hacia la costa por una tormenta o por la persecución de algún depredador
( ésa es nuestra favorita, es decir la más estúpida de todas ), o afectados por alguna enfermedad desconocida (¿?) o por el agua dulce de un río que desemboca en la bahía, o por la combinación de varios de estos factores ( ésa es la más astuta, salvo para quien ha estudiado la ley de las probabilidades ).
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