miércoles, 4 de enero de 2012

ÁREA 51

Paradójicamente, el Área 51 es la zona secreta menos secreta de todos los Estados Unidos.
Emplazada a 133 kilómetros de Las Vegas en el desierto del estado de Nevada, en el condado de Lincoln, fue puesta en marcha originalmente por la CIA y la Fuerza Aérea para el desarrollo tecnológico de armas innovadoras que permitieran una supremacía sobre la entonces Unión Soviética 
en plena guerra fría y enviar desde allí aviones espías a Rusia, pero luego circunstancias aparentemente fortuitas, como los platillos voladores siniestrados en Nueva Méjico, transformaron su perfil hasta convertirla, al menos según la creencia de muchos, en un laboratorio dedicado a copiar tecnología alienígena ( incluyendo armas para manipulación climática, teletransportación y viajes en el tiempo ), e incluso servir de hospedaje a entes extraterrestres vivos.
A medida que crecían los rumores y la credibilidad sobre estos nuevos aparentes atributos de la zona, y como suele ocurrir en todos estos casos, el gobierno negó con intensidad directamente proporcional su existencia hasta niveles casi grotescos, lo cual fue enmendado a medias en 2003, 
aunque no existe todavía ninguna declaración formal gubernamental reconociendo su existencia, siendo incluso su nombre de dudosa certeza, aunque el emplazamiento militar existente utiliza la metodología de dividir el terreno por áreas numeradas ( en algunos viejos mapas del NTS aparece nombrada como “Área 51”, pero nó en los nuevos ).
La zona está protegida naturalmente de miradas curiosas por la cadena montañosa de Emigrant Valley y artificialmente es zona militar de exclusión de acceso autorizado únicamente, radio que ha sido ampliado (1995 ) incluyendo ahora las propias montañas, que antes servían como plataforma de observación para los curiosos.
Ha protagonizado numerosas situaciones anormales, como avistamiento de extrañas luces que no producen ruidos o extraños artefactos suspendidos en el aire, lo cual no es de extrañar ya que en el lugar se prueban constantemente aeronaves y armas experimentales ( incluyendo los famosos aviones espía del proyecto Lockheed, U2, A 12 Oxcart, Stealth ) 
y además forma parte del vasto campo de pruebas, prácticas de bombardeo, artillería y entrenamiento de la Fuerza Aérea, anteriormente conocido como Polígono de la Fuerza Aérea de Nellis ( NAFR ) y que es conocido popularmente por los pilotos de combate como “The Box” ( La Caja ).
Allí se detonaron también 105 bombas atómicas en superficie y 828 bajo tierra, sin dar cuenta de ello a ningún organismo de control nuclear.
El exceso de celo de la CIA por proteger el Área 51 se hizo muy evidente cuando en 1974 su entonces director William Colby elevó una enérgica protesta al gobierno dado que los astronautas a bordo del Skylab 4 habían fotografiado la zona, y originó una fuerte controversia entre el Departamento de Defensa, la NASA, la CIA y el Departamento de Estado.
La zona está expresamente excluída de la obligación de cumplir con las leyes medioambientales y ha sido demandada en numerosas ocasiones por ciudadanos que se consideraron expuestos a sustancias químicas tóxicas desconocidas.
El Área 51 es sin duda la estrella fundamental de películas, canciones, videojuegos y toda teoría conspirativa, desde supuesto lugar de reunión del también teórico único gobierno mundial llamada por los conspirativos “Majestic 12”, 
pasando por la ya nombrada experimentación con aliens y OVNIs, un proyecto de avión secreto con tecnología alienígena llamado “Aurora”, almacenamiento secreto de manuscritos medievales con información extremadamente sensible y llegando hasta la supuesta existencia de un gigantesco complejo subterráneo ( ferrocarril incluído ) transcontinental del cual el área sería uno de sus principales puntos de ingreso.
PROYECTO AURORA
Pero más allá de que estas ideas tengan algún viso de credibilidad, y de contradictorias declaraciones de supuestos ex empleados confirmando o negando rotundamente actividades relacionadas con tecnologías extraterrestres, el más sonado caso tuvo lugar en noviembre de 1989 cuando un ingeniero altamente calificado que trabajaba
en sus instalaciones, aduciendo razones de seguridad personal, decidió desoír supuestas amenazas recibidas y hacer público que había trabajado en un complejo llamado S-4 ubicado en las inmediaciones del lago Groom en el cual se almacenaban nueve platos voladores de tecnología no humana y que se le había encomendado examinarlos y copiarlos, habiendo sido testigo en el proceso de la presencia de unas criaturas de aspecto bizarro y origen evidentemente nó humano viviendo confinadas en dependencias de alta seguridad del lugar.
El “traidor” en cuestión era Robert “Bob” Lazar, sobre quien nadie responde sobre qué clase de tecnología estudió ni si su combo incluía los restos del famoso objeto estrellado en Roswell en 1947. Lazar aseguró que las máquinas voladoras que estudió utilizaban tecnología inversa 
y un combustible atómico llamado 115 ununpentium que producía efectos antigravitacionales bombardeado con protones obtenidos a partir de la producción de antimateria ( en 2004 científicos rusos y norteamericanos produjeron el elemento confirmando su existencia, aunque como isótopo muy inestable con lo cual no podría ser utilizado como combustible siempre dentro de los límites de la tecnología actual ).
Con referencia a los “grises” extraterrestres, afirmó que los mismos interactúan con nuestro planeta desde hace más de 10.000 años y provienen del sistema binario de estrellas Zeta Reticuli.
En 1993 el periódico Los Ángeles Times intentó mediante una meticulosa investigación del pasado de Lazar confirmar su participación en las investigaciones secretas que invocaba, pero todo fue inútil:
no sólo no se encontró evidencia al respecto sinó que no se pudo corroborar el pasado educativo y profesional de Lazar ( según él, estudió en el Instituto Tecnológico de California – CIT –, el Instituto Tecnológico de Massachusetts – MIT – y trabajó como técnico en el Laboratorio Nacional de los Álamos ), lo cual podría llevar a la postura de sospecha por ausencia, a veces tan empírica como su contraparte.
No obstante, y como contrapartida, cabe la siguiente reflexión: si mi identidad ha sido “borrada” públicamente, no obstante me quedará mi propio material demostrativo: fotos con científicos amigos, fuera o dentro del ámbito laboral, fotos para anuarios que puedo inmediatamente subir a internet y demostrar así la movida de la que fui víctima.
Lazar no ha presentado ningún material de este tipo.
A su favor, sin embargo, se encuentra el hecho de que una huella aparentemente no habría sido borrada: en un artículo del “Monitor de Los Álamos” aparece el siguiente párrafo: “Lazar, un físico de Los Álamos Meson Physics Facility…”, lo cual sin embargo no es suficiente prueba, ya que puede tratarse de alguien con el mismo apellido además de que el artículo no hace referencia al nombre de pila del Lazar que cita.
Si se intenta entrar a su página web oficial, se encontrará que la misma está actualmente cerrada.

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