lunes, 21 de noviembre de 2011

ELECTROMAGNETISMO, MECÁNICA CUÁNTICA Y MULTIUNIVERSOS

La potencia electromagnética no es sólo oscilante, es natural, armoniosa con la naturaleza.En una tormenta, los rayos golpean la tierra y las fuerzas crean ondas concéntricas que lentamente se expanden en círculos que rodean la tierra.
Esto prueba que la corteza terrestre es un conductor de energía eléctrica, lo cual a la vez quiere decir que se puede producir grandes cantidades de energía apuntando directo hacia la corteza, pues la energía se trasladaría hacia nosotros en ondas concéntricas.
Los imanes, las corrientes magnéticas y su bipolaridad impregnan el universo, tejen la red que conecta y es la entropía de todas las cosas.
Regulando un intercambio de polaridades magnéticas pueden provocarse interacciones de diversa intensidad o alcance , que al tener además un comportamiento helicoidal les permite pasar a través de cualquier cosa.
En uno de los libros escritos por Edward Leedskalnin, "Magnetic Current", se explica y demuestra claramente este comportamiento energético: “ la expresión corriente magnética o corriente eléctrica es una expresión equivocada.
Realmente no se trata de UNA corriente sinó de dos: los flujos concentrados en el Polo Norte ejecutándose contra sus equivalentes en el Polo Sur, helicoidalmente y a alta velocidad. El polo magnético Norte o el Sur no pueden funcionar solos, sinó corriendo uno contra el otro.”
Leedskalnin escribió sobre estos patrones de difracción 6 años antes de que Rosalind Franklin descubriera que la estructura del ADN estaba constituída por una doble hélice girando en direcciones opuestas y la llamara “la fuerza detrás de toda forma de vida en el universo” ( 17 años después Crick, Watson y Wilkins fabricarían el modelo de ADN utilizando el enunciado de Franklin ).
El ADN es el vehículo de transmisión energética y transformación de un organismo a otro, y su doble hélice es intercambiable dependiendo de la polaridad hacia la que están avanzando uno en relación al otro.
De la misma manera actúa la naturaleza, que es muy conservadora, con las fuerzas magnéticas: el magnetismo del Polo Norte NO es unipolar y el del Polo Sur tampoco, pero el intercambio entre ambos genera un campo energético unipolar que, como también descubrió Leedskalnin, es perpetuo.
Nikola Tesla también había demostrado este concepto de alternancia y que los imanes de polaridad opuesta difractan por igual.
Pese a esta clarísima advertencia científica, que revelaba asimismo la verdadera estructura de la electricidad, nuestra ciencia actual prefirió dividir en lugar de unir.
Y esta dirección errónea ( o mejor dicho, incompleta ) condicionó y retrasó fuertemente toda la evolución teórico-práctica de los avances científicos, ya que muchos fenómenos no fueron ( ni son ) comprendidos aún frente a las narices de los investigadores, enunciándose formulaciones erróneas con carácter de sacrosantas.
Los polos son la fuerza cósmica, los pilares de la transformación permanente de la materia, de la naturaleza.
Esta es una profunda verdad sobre la estructura lógica y matemática del mundo físico.
Recién a partir de la comprensión de la mecánica cuántica, la ciencia ha comenzado a tratar todas las fuerzas de la naturaleza como manifestaciones de la estructura del espacio-tiempo, y sus curvaturas, lo cual - por fin - dá la bienvenida a una nueva física minada de extrañas ideas, del mismo modo que en 1915 la teoría de la relatividad de Einstein
revolucionó la percepción del mundo, barriendo de un plumazo la mecánica gravitacional de Newton, convirtiéndola en pura geometría ( donde antes había una fuerza que tiraba a través del espacio, ahora había una “curvatura espacial” ).
Este sensacional cambio sometió a nuevo escrutinio a las demás fuerzas de la naturaleza, de la misma manera que ahora se está comenzando a reformularlas una vez más.
El físico polaco Theodor Kaluza fue un pionero, al lograr incluír el electromagnetismo con la gravedad, en un avance hacia una teoría unificada ( con la cual soñaba Einstein ) en la cual las fuerzas de la naturaleza se fundan en un esquema único y geométrico.
Pero para ello debió ampliar la geometría y acomodar las ecuaciones sobre la gravedad enunciadas por Maxwell, que eran imposibles de convertirse geométricamente, aún aceptando las curvaturas espaciales.
Kaluza demostró que el electromagnetismo es una forma de gravedad, pero de una dimensión invisible del espacio.
Es decir, demostró que en definitiva todo es relativo dependiendo de la escala y la capacidad de percepción que se utilice para medir, lo cual equivale a enunciar que toda observación depende del observador ( y aquí también se unificaron los postulados básicos de la relatividad y la cuántica ).
La teoría de la relatividad revela que espacio y tiempo NO son cualidades físicamente universales: por el contrario, deben ser unificados en una sola estructura tetradimensional llamada espacio-tiempo.
Kaluza fue más lejos y postuló que existe una dimensión adicional en el espacio: por lo tanto tendríamos cuatro dimensiones espaciales y cinco dimensiones en total.Y lo más importante: que ese universo pentadimensional se comporta exactamente como la suma de la gravedad más el campo electromagnético al ser contemplado desde la perspectiva de cuatro dimensiones ( aún cuando se trate de una coincidencia transitoria ).
En su teoría una onda electromagnética no es más que una ondulación en la quinta dimensión.El espacio de nuestras percepciones es tridimensional y nos hace preguntarnos dónde está su cuarta dimensión.
Evidentemente, dentro de la física manifiesta, aún teniendo en cuenta los efectos cuánticos, no existen órbitas estables ni en el micro ni en el macrocosmos en espacios de más de tres dimensiones, y sin órbitas estables, la química y la vida tal cual la conocemos sería imposible. De la misma manera, ninguna onda podrá propagarse en espacios con número par de dimensiones.
Pero esto es sólo CONTEXTUAL: es NUESTRA lectura, conforme a NUESTRAS percepciones y NUESTRO contexto.
Nosotros somos los observadores que definimos las propiedades, conforme a nuestra observación.
Estas propiedades no constituyen cualidades físicamente universales del objeto observado, sólo la lectura que NOSOTROS somos capaces de realizar.
PLANILANDIA
En este punto debemos recurrir a una famosa analogía para mejorar nuestra comprensión de otras dimensiones:Imaginemos una criatura bidimensional que habita en “Planilandia”, es decir confinado toda su vida en una superficie, sin “arriba” ni “abajo”.
Si bien la superficie está inmersa en un espacio tridimensional, la criatura sólo puede percibir los acontecimientos que ocurren sobre la superficie.
Si atravesamos sobre la superficie una esfera tridimensional, el ser plano la percibirá como una forma bidimensional cambiante, y además lo vivirá como un fenómeno paranormal, al desconocer absolutamente qué lo origina ( probablemente , si reaccionara como humano, le otorgaría al fenómeno orígen divino, por resultarle desconocido e incomprensible ).
Como la superficie cortará una sección del objeto, éste a medida que avanza cambiará de forma y tamaño a medida que se hunda: primero será un punto, luego un círculo cada vez más grande que finalmente volverá a encogerse hasta transformarse en otro punto y desaparecer.
Razonando por analogía, podemos suponer que las cuatro dimensiones de nuestro espaciotiempo se hallan englobadas en un universo de cinco o más dimensiones cuya geometría no podemos imaginar pero que sin embargo posee una explicación completamente lógica en términos matemáticos.
Las aristas de un rectángulo forman tres líneas mutuamente perpendiculares, pero hagamos lo que hagamos, no podremos hallar ni trazar una línea que forme un ángulo recto con las tres dentro de los confines del espacio normal.
Cualquier línea perpendicular a las tres debe tener una dirección ajena a nuestro espacio.Aunque no podamos imaginar dónde vá esta línea ni cómo es percibida por quien esté dotado para hacerlo, resulta claro que la misma puede existir, y nos es permitido evaluarla, catalogarla y describirla.
De la misma manera, existen COMPORTAMIENTOS que sugieren la asociación de un objeto con nuevas dimensiones espaciales ( por ejemplo, las simetrías abstractas en los campos de fuerza de gauge sugieren intensamente una geometría oculta ), así como los astrónomos pueden intentar determinar la existencia de planetas que los telescopios no alcanzan a observar por el comportamiento gravitatorio de cuerpos más grandes o cercanos que sí pueden ver.
Insertando operaciones geométricas suficientes para que estas fuerzas se acomoden a su comportamiento, resulta que somos llevados a una teoría en la cual debe haber siete nuevas dimensiones espaciales en total más el tiempo, o sea once dimensiones espaciotemporales.
Esta es, resumidamente, la actual teoría de un multiuniverso de once dimensiones.
En ella, las ocho operaciones distintas de simetría de la supergravedad N=8 se reducen a una sola: Supergravedad N=1.
Esto lleva a suponer que dichas siete dimensiones están “enrolladas” en un tamaño a nanoescala y ésa sería la razón por la cual no las percibimos.
Sólo hay una manera de enrollar una dimensión adicional, y es en un círculo, pero espacios multidimensionales pueden comprimirse de diversas maneras: una superficie bidimensional puede unirse por los extremos para formar o bien una esfera o bien una “donut”, con un agujero que la atraviesa, por lo cual, con siete dimensiones, el número de topologías posibles es enorme, así que la pregunta es: ¿qué forma eligiría la naturaleza?.
La respuesta apunta a la disposición geométrica más simple: una esfera, pero concebida desde una quinta dimensión, es decir, una heptaesfera ( que sería una figura exponencialmente simétrica e incluso aceptaría cierta distorsión o interferencia mediante su eventual achatamiento ).
Si las dimensiones tuvieran esa forma, cada punto del espacio bidimensional sería una diminuta hiperesfera de 7 dimensiones.
En la tumba del Señor Pakal ( el monarca que hace 12.000 años conducía una nave espacial descubierto en un templo en Palenque, México ), se lo encontró sosteniendo entre sus manos
un cubo ( que simbolizaba las dimensiones terrestres de la materia y la física ) y una esfera ( que evidenciaba la existencia de multi-dimensiones, lo incognoscible, lo divino ), que podían colocarse una dentro de la otra, indicando que es posible combinarlas e interactuar con ellas.
Este símbolo era, a nuestro entender, lo que demostraba que la naturaleza no es más que geometría oculta en acción.Lo que nosotros llamamos torpemente “rituales religiosos” de los antigüos no era ni más ni menos que ciencia pura, que sin embargo pudo convertirse en una tosca metáfora conforme al grado de ignorancia del observador.
Otro verdadero pionero en estos conceptos fue el matemático W.K.Clifford que en ¡¡1870!! dijo en Cambridge que el espacio es como una colina en una superficie plana, cuya propiedad de ser curvada ( o distorsionada ) se transmite como una onda de una porción del espacio a la otra originando una curvatura en el espacio al cual llamamos movimiento de la materia, y QUE EN EL MUNDO FÍSICO NO HAY NADA EXCEPTO ESTA VARIACIÓN. ¡Casi la teoría de la relatividad de Albert!!.
Y nó conforme con esto, agregó que las partículas de materia, al igual que las fuerzas, son sólo protuberancias y repliegues de un espacio vacío.
Esto nos recuerda cientos de miles de metáforas arquetípicas y textos sagrados que nos lleva a la compulsión colectiva de creer que todo el universo es sólo una escultura de puro vacío autoorganizado.
Hoy es tan imposible para nosotros siquiera imaginar ascender sobre la escala de energía de Planck ( que dejaría ante nuestra percepción la dimensionalidad del espacio expuesta en todo su esplendor ) como llegar a otras galaxias con la velocidad capaz de desarrollar por nuestra actual tecnología, pero esto cambiará rápidamente si dejamos de pensar linealmente y contra natura.
Las partículas no son agujeros en el espacio, sino excitaciones de una geometría de once o más dimensiones, y éstas podrán ser explicadas en términos de fenómeno cuántico cuando se comprenda que el quanto, más que espaciotiempo, es el constituyente fundamental de la realidad, el manantial de toda existencia.
Entonces podremos cambiar la estructura del espacio y el tiempo, crear y transformar partículas a voluntad, manipular la dimensionalidad del espacio y dar orden a la materia.Habremos, simplemente, recordado nuestro futuro.

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